Vigilia de noche

Por: Atilio Tustali

Una de las mejores elecciones a la hora de ver buen teatro. El espectador se llevará un puñado de extras, que lo harán meditar por algún tiempo sobre el encuentro con el otro dentro de su vida.

En mi adolescencia, mi padre solía darme consejos . Uno de los más interesantes era tener en cuenta que cuando me enamorara, la persona elegida tuviera la palma de las manos de sus padres en la espalda.

Con esta metáfora se refería a la construcción, a la matriz que una familia deja en sus hijos, ese sostén que los formará para el resto de sus días, ese modo de amar, ya que el amor no es lo mismo para todo el mundo.

Hay quienes crecen creyendo que el amor va de la mano de una cachetada cada tanto, los hay de fórmulas tan diversas como el resultante de la unión de sus padres.

Daniel Veronese toma este material del autor sueco Lars Norén, quien posee pluma de características antropológicas, y lleva su texto a escena, transformándolo en una verdadera obra de arte.

Hay un inconfundible sello de marca en esta obra, la dirección de actores es de una riqueza tal, que el espectador desea que la magia escénica nunca termine. Los cuerpos y las voces de Mara Bestelli, Pilar Gamboa, Luis Machín y Walter Jacob funcionan como una sinfonía maravillosa en la cual nunca hay una nota fuera de lugar. El encuentro de personalidades y la lúdica de las escenas, van dejando ver una característica muy particular en cada individuo, la relación con sus parejas exhibe el complejo facetado de su personalidad hasta develar el origen del conflicto interno, ese que parte desde el encuentro y el desencuentro con su progenitor.

La riqueza de composición en el elenco, habla de un nivel del arte escénico en esta esquina del mundo y el por qué del reconocimiento de nuestro teatro.

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