En cartel


 

 

En cartel.


Buscando a Dory

Por: Nina Green

Estas vacaciones de invierno son ideales para disfrutar la última perlita de Disney. 


Si buscan originalidad, esta no es su película. La dinámica del film es muy parecida a la de su antecesora, la taquillera "Buscando a Nemo". En este caso, la que se pierde, en el mar y en sus breves recuerdos, es Dory,  la pez azul encarnada por Ellen DeGeneres (que pedía a gritos la continuación de la saga desde su programa en Estados Unidos).

El momento llegó, trece años después del estreno de la primera. Quizás amparados en esa distancia, los guionistas Andrew Stanton y Victoria Strouse no tuvieron reparos en repetir la estructura. Alguien se pierde y otros salen a buscarlo. Pero, increíblemente, todo funciona otra vez.

El secreto está en la sólida construcción de los personajes. Nemo y su papá ya forman parte del mundo de los cuentos, casi como Caperucita roja o Pinocho. Por eso nos preocupamos por ellos, nos reímos de sus bromas, nos angustiamos cuando sufren. Cada escena tiene una gran cuota de ternura, de acción y también de irreprimibles ganas de vivir.

Quizás la parte más divertida es cuando se explican los orígenes de Dory y se muestra a su madre insoportable. Aunque el nuevo personaje que aparece en esta entrega, el inefable pulpo Hank, también se roba parte de la película con sus salidas y sus gags. Los lobos marinos Fluke y Rudder también tienen una participación importante en la historia.

La animación es sencillamente deslumbrante, por lo que recomendamos que vayan a verla al cine. También lo es el doblaje, encarado por verdaderos actores que captan el espíritu del film. Aunque claro, vale la pena también verla en su idioma original: hay chistes muy graciosos que se entienden solo en inglés, además de que se pueden apreciar los registros del cast original.

Peca un poco de repetitiva, y sería mejor si fuera un poquito más malvada, si no resaltara tanto los valores morales que se supone que todo espectador niño debe absorber.  A veces pienso que si Mark Twain fuera escritor o guionista para niños  hoy, le bocharían la mitad de los proyectos por considerarlos políticamente incorrectos. Pero, en fin, "Findig Dory" se deja ver con placer y es una opción muy potable para compartir con hijos, sobrinos o entenados.

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