Raymond Depardon

Por: Cecilia Navesnik

Dos (grandes) muestras que recorren vida y obra de su autor. Con una rareza que se agradece: de la primera a la última, todas las fotos son buenas.

 

Raymond Depardon es fotógrafo y cineasta. Nació en Francia, en 1942. Tomó sus primeras imágenes en la granja familiar donde pasó su infancia. A los dieciséis años se fue a París y trabajó como aprendiz de un fotógrafo. Se convirtió en reportero, labor con la que se consagró y recorrió el mundo. En 1978 se unió a la mítica agencia Magnum. En paralelo comenzó a hacer documentales. Su camino era trazado por los encargos que le hacían y los lugares que debía registrar. Y su estilo se caracterizaba por retratar no tanto el centro de los acontecimientos, sino sus palpables consecuencias. En 1984 participó en un proyecto que buscaba construir un panorama de la realidad de su país; el mundo rural francés volvía a protagonizar su trabajo. Recibió el Gran Premio Nacional de Fotografía en 1991 y en 1995, el César al mejor documental por uno de sus films. Con diecinueve largometrajes realizados y más de cincuenta libros publicados, Depardon aterrizó en Buenos Aires.

La primera muestra que presenta es Un momento tan dulce, ciento sesenta fotografías (en su mayoría inéditas) con el color como hilo conductor. Imágenes hechas a la par de sus trabajos como reportero, y tomas realizadas más recientemente -en Etiopía, Chad, Bolivia, Hawái y Estados Unidos- de forma expresa para esta serie.

La segunda muestra es Francia, un proyecto personal iniciado en 2004 y surgido de su deseo de viajar en soledad y guiado sólo por la curiosidad. Con una cámara de gran formato de 20x25, registró gente, paisajes y centros urbanos, y logró imágenes tan reposadas como pintorescas, aunque escapando de las postales tradicionales.

La gira de campaña de Nixon en 1968. Un viaje a Chile en 1971, y otro al Líbano en 1978. La (gran) serie realizada en Glasgow en 1980. Arquitecturas y locales del interior de Francia. Paisajes industriales, rutas y playas. Perros callejeros, personajes pueblerinos, borrachos y niños. Talleres mecánicos, hoteles del mundo y bares bolivianos. Todo pasó por la lente de Depardon y llega a nosotros con potencia y emotividad vigentes. Quizás sea ése su mayor talento. Vayan con tiempo; no se lo pierdan.

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