De eso no se canta

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Un grupo de actores-cantantes despliega un entretenido paseo por el cancionero de la libertad.

Dicen que el canto es la voz de los pueblos. Que cuando se lo quiere coartar, lo primero que se prohíben son las canciones. Esa es la premisa que Pablo Gorlero –prestigioso y sensible director, también dramaturgo y productor teatral-  expande y desarrolla para hilar una especie de historia de aquellos temas que a lo largo de las luchas populares y de las revoluciones, fueron entonadas por generaciones.

Las letras de esas bellas piezas, algunas injustamente olvidadas, otras acalladas por gobiernos tiránicos, son rescatadas aquí y puestas a funcionar dentro de un emocionante guión que exhibe en escena el contexto en el que fueron creadas antes de cantarlas, con toda su potencia, dejándonos desnudos ante la fuerza, la rebeldía y las ganas de luchar y de vivir que emanan.

Es el espectáculo perfecto para estos tiempos que corren.

Nicolás Cucaro, Laura González, Julián Rubino y Déborah Turza tienen unas voces maravillosas, que se entrelazan con mucha armonía en actos de conjunto y también en solos.

El escenario luce despojado, con un diseño de luces de Rodrigo González Alvarado que destaca a los protagonistas y ayuda junto a la puesta, minimalista y sobria, a que nos concertemos en torno a las letras. Porque esas letras dan calor, son de fuego.

Un frugal vestuario nos ayuda a evocar. Imágenes en blanco y negro se proyectan en las canciones en inglés, brindándonos su traducción. Todo está cuidado, todo es disfrutable.  Los músicos en vivo están perfectamente acoplados a la dinámica del musical. Son Juan Ignacio López y Tomás Pol. Con piano, guitarra y caja le dan el acompañamiento justo a los cantantes.

De eso no se canta es un emocionante espectáculo que conjuga las bondades de un recital temático con una puesta de comedia musical. Hay pasajes, como el de la Guerra civil española, el del Strange Fruit, el de Bella Ciao, el de Te recuerdo Amanda o el de Ayer nomás, que emocionan hasta las lágrimas.

Desde el BUE lo recomendamos calurosamente, además de celebrar que se ofrezca en la Sala 3 del Teatro de la Comedia, delicioso espacio con una antigua boiserie que, complementada con espejos y vidriería sabiamente aprovechados, terminan de completar la magia.

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