Melodrama


 Teatro Picadero

 

Pasaje Santos Discepolo 1857. Martes a las 20:30.


El rastro

Por: Juan José Bertolaga

Una ventana a los recuerdos y sentimientos de una mujer que asiste al velorio de su ex, sumado al disfrute de la musicalidad de un texto que atrapa por completo.


Otro acierto de Analía Couceyro. Leyó la novela El rastro (2002) de la prestigiosa escritora, ensayista, crítica literaria y académica mexicana Margo Glantz y ya no pudo exorcizarse de ella. Su pulsión la llevó a convencer a Alejandro Tantanian de adaptar este texto y juntos realizaron la puesta teatral bajo la dirección de este último. La obra tuvo una breve y exitosa temporada en el Museo del libro y de la lengua, durante los meses de febrero y marzo, para ahora desembarcar en el Teatro El Extranjero a partir de abril. Recomiendo enfáticamente no perderse este unipersonal, agéndenlo para más adelante si no van ya.

Nora García retorna luego de muchos años a su pueblo, para asistir al velatorio de su ex marido, Juan. Él yace como eje de la situación que se nutre de anécdotas, entre recuerdos y reacciones del presente en la mente de Nora, quien busca incesantemente el rastro que ha dejado su relación y lo que ocurrió luego de su ausencia. Couceyro transita el constante ronroneo de la mente de Nora con una maestría tal que logra extasiar a la platea con este exquisito texto. El réquiem de Nora lo completa un chelo ejecutado en escena por Rafael Delgado.

La música es importante, es el sonido de la mente, del corazón, del tiempo perdido, es la atmósfera densa del velorio y la liviandad del recuerdo recuperado. Todo forma un perfecto engranaje de la maquinaria de la imaginería.

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