Puerto Candelaria

Por: Lucas Petersen

Se presenta en la Usina del Arte uno de los grupos que, en este caso, partiendo del jazz hacia los ritmos del Caribe, revitalizaron la música popular colombiana.

Se presenta en la Usina del Arte uno de los grupos que, en este caso, partiendo del jazz hacia los ritmos del Caribe, revitalizaron la música popular colombiana.

 

En la última década y pico surgió en Colombia una camada de músicos que logró proyección internacional con un incendiario cruce de cumbia (y otros ritmos costeños) con diversos lenguajes musicales. Varias veces estuvo por aquí Bomba Estéreo. Hace poco pasó también Monsieur Periné; antes, Ondatrópica. Ahora regresa Puerto Candelaria, un grupo que nació más cercano al latin jazz y que ahora explora una zona más abiertamente bailable.

Vayan algunas referencias: al principio sonaban casi como si Hermeto Pascoal se hubiera puesto a hacer cumbia. Eran divertidos, corrosivos, irónicos, pero también sabían ser complejos, espesos, difíciles. Luego, su trayecto se pareció al del Negro Rada, que desde el extraordinario candombe jazz de los 80 pasó a las simpatiquísimas criaturas bailables de los últimos 25 años. En su último disco, Cumbia rebelde (2013), Puerto Candelaria arribó a una simplificación semejante de su mensaje –aun eminentemente instrumental, que en músicos de esa formación y virtuosismo no puede ser leída más que como virtud, como liberación.

Demasiado tentado se ve uno, en estos días, de establecer el paralelo con la poética de Gabriel García Márquez: es innegable que su combo de modernidad y tradiciones populares colombianas resultó irresistible, especialmente, para cierto público europeo, sobre todo por su tono festivo. Pero, como García Márquez, Puerto Candelaria puede conformar a todos. A los melómanos más pertinaces y a aquellos que solo quieren entregar su cuerpo a una de las músicas más calientes de la Tierra.

 

Lucas Petersen

 

Usina del Arte. Caffarena 1 (esquina Pedro de Mendoza). Viernes 16, a las 20.30. 

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