Musical


 

 

Casi normales

Por:

Voces superlativas, grandes actuaciones y una historia para exorcizar sentimientos reprimidos.


Voces superlativas, grandes actuaciones y una historia para exorcizar sentimientos reprimidos.

 

Sorprende la cantidad de público que se acomoda en las butacas. También asombra el número de actores que la convoca: media docena, módica cifra para tratarse de un musical.  ¿Cómo logran estos seis intérpretes poblar con tanta intensidad el escenario? En Casi normales, la versión porteña del musical creado por  Brian Yorkey, la pericia vocal tiene el complemento de un gran trabajo actoral.

Dan y Diana Goodman son una pareja de arquitectos que lleva casi veinte años de matrimonio. Tienen una hija, Natalie, que trata de ser la mejor alumna. También tienen un hijo, un adolescente flaco, de pelo hasta los hombros, que se pasea por la casa.  A él solo Diana puede verlo. Ese muchacho es un fantasma que lleva dieciocho años creciendo en su interior, porque su verdadero hijo murió siendo un bebé.

Dan, el padre, no quiere hablar de esa muerte. Se empeña en mantener una fachada de normalidad mientras lleva a su esposa a todos los psiquiatras que encuentra. Ese hijo, tan presente para Diana, hace invisible a Natalie, que va creciendo a la sombra de ese desorden bipolar que le diagnostican a su madre.

Casi normales es un drama en el sentido estricto de la palabra: conmueve y está planteado con una dramaturgia sólida, más allá de la mera anécdota con que se suelen enlazar los musicales convencionales. Por eso el trabajo de los actores es tan importante. Los seis tienen fuerza y talento. Este despliegue está muy bien encauzado por Luis Romero, logrando una rica interacción. La puesta emana una energía emocionante.

En esta tercera temporada, Diana está compuesta por Alejandra Perlusky, quien cumple una labor maravillosa: genera un clima de irrealidad que se va complejizando, cargándose de contenido a  medida que avanza la obra. Manuela del Campo la acompaña en la piel de la sufrida y rebelde Natalie. Fernando Dente se destaca, desopilante en el rol del novio, y Matías Mayer, dueño de una voz preciosa, brilla en el difícil papel del hijo fantasma.

Mariano Chiesa, siempre dúctil, se desdobla para representar lo que los ojos de Diana ven en él y también lo que la sociedad espera de un médico psiquiatra: que medique sin compasión, que oficie de borrador, de quitapenas.

Esta línea narrativa se completa con la actuación de Alejandro Paker. Su Dan es realmente increíble: el actor sabe llegar a la esencia, compone con hondura ese ser perdido en un amor sin retorno, parecido a la locura. Paker le otorga el significado íntimo a toda la pieza. Conoce que su personaje es el portador del tema de la obra y se prodiga en cuerpo y alma. Lo suyo es expresión pura. Casi normales arrasó en los Premios Hugo. Con dirección musical de Gaby Goldman, ronda difíciles tópicos que nos afectan a todos, pero lo hace desde un lugar original, por momentos iluminado con humor y desparpajo.

¿Qué desencadena una patología? ¿Cuántas cosas no dichas nos enferman? Quizás el dolor no tendría que ocultarse.

Vayan con pañuelos a ver Casi normales. Es una obra fuerte y sin embargo esperanzadora.

 

Laura Ávila

 

Teatro Tabaris. Av. Corrientes 831. Miércoles a las 20:30.

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