Bodegón


 Lezama

 

Restaurante Lezama. Brasil 359.


Lezama

Por: Luis Enrique Medina

Platos exquisitos y abundantes, excelente atención y clima de alegría hacen de este restaurante parada obligada en una visita a San Telmo.


Acercarse a esta parte de la ciudad tiene un encanto especial, más si es con amigos. La esquina de Brasil y Defensa, con esas piedras fundamentales de la ciudad, el Hipopótamo y El Británico o a mitad de cuadra, frente al parque, el Lezama, son lugares como hechos a medida para cultivar amistades.

Las reuniones son allí una ceremonia especial; ya la recepción de sus anfitriones Gladis y Guillermo, sumada a la atención de su plantel de mozos, es una bienvenida que provoca al deseo de no querer irse. La caballerosidad de Santiago, el fino humor de Víctor y el encanto de cada uno de ellos proponen un agradable momento en este bodegón de principios de siglo abocado a mantener los más tradicionales platos de la gastronomía porteña.

Aquí todo es placer, las imágenes que brinda cada espacio del lugar, las traiciónales patas de jamón colgando junto a los chacinados y el buen clima de los parroquianos, hacen que el momento sea agradecido por nuestros sentidos.

Las entradas, ese típico antipasto colmado de variedades, las rabas que son mis preferidas o lo que guste de esa sección le servirán de apoyo para acompañar el momento de pensar en la elección del plato principal. Mi consejo es que no vaya pensando qué es lo que quiere comer, mire primero su extensa carta, dese tiempo, será una importante decisión, saborear los distintos platos en las visitas que irá haciéndole al lugar lo hará portador de un conocimiento que será muy importante.

Los bifecitos a la italiana, las pastas con salsas de fórmulas únicas, los bifes de chorizo a la parrilla, los pescados y la infinidad de variantes con que los preparan,  los arroces, mariscos y todo lo que pueda probar será para poder compartir, porque el bodegón alimenta como nuestras abuelas cuando nos querían ver grandes y fuertes en pocos días, con platos abundantes. La bodega del lugar posee vinos de gran calidad y variedad, además de algunas marcas boutique que sugieren los mozos con conocimiento de causa. A la hora de los postres siguen las lujurias de exquisiteces y para el momento del café, la concebida invitación del lemoncelo y el champagne. La calidad y frescura de los alimentos que componen los platos harán que usted duerma plácidamente aunque haya exagerado en la ingesta, lo comprobará en el futuro, ya que no se puede dejar de ir una vez que se lo visitó.

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