Muestra biográfica


 

 

Los otros cielos y Los fotógrafos: ventanas a Julio Cortázar

Por: Cecilia Navesnik

Este año se cumplen 100 años del ​nacimiento de Julio Cortázar, y los homenajes se abren paso. Aquí, las dos propuestas del Museo de Bellas Artes. Un paseo grato e integral, que extendió su fecha de cierre.


Este año se cumplen 100 años del ​nacimiento de Julio Cortázar, y los homenajes se abren paso. Aquí, las dos propuestas del Museo de Bellas Artes. Un paseo grato e integral, que extendió su fecha de cierre.

 

Las muestras son dos, pero funcionan en conjunto: Los otros cielos (en el pabellón de exposiciones temporarias) y Los fotógrafos: ventanas a Julio Cortázar (en el segundo piso).

La primera exhibe manuscritos, cartas, videos (imágenes de archivo, entrevistas a sus mujeres, sus viajes filmados por él en súper 8), fotos (desde la niñez hasta una última imagen, un año antes de su muerte), libros y tapas de libros (suyos y apropiados), pinturas y esculturas (en los que participó directa o indirectamente, o que influyeron en su producción) y objetos que le pertenecieron (entre los que se cuenta la máscara que luce en una serie de fotos con García Márquez tomada por Sara Facio). La información es mucha, pero el armado de la exhibición -que utiliza reflexiones de Cortázar o lindos textos de Juan Becerra (uno de los curadores) a modo de guía- resulta cómodo y fluido.

La segunda propone mostrar al escritor según la mirada de fotógrafos que lo conocieron personalmente. Las imágenes, que van de 1966 a 1983, son de autores argentinos y europeos: Ulla Montan, Dani Yako y Alicia D´Amico, entre otros.

El mérito mayor de ambas muestras es que atraen al espectador entendido (que descubrirá datos novedosos, al tiempo que se reencontrará con el Cortázar que quiere y conoce) y al paseante desprevenido (que se llevará una idea rica de su complejo recorrido).

Cortázar bebé, Cortázar estudiante, Cortázar en bata, Cortázar escribiendo, Cortázar en verano, Cortázar fumando, Cortázar barbudo. Las fotos -sobre todo en blanco y negro- copan el espacio. Logran construir un imaginario visual de su vida, colaboran a delinear su personalidad y evidencian sus transformaciones (físicas, sí, pero también otras).

Entre mis artilugios preferidos, se encuentra una rayuela proyectada sobre el piso. Está construida por imágenes de cada lugar donde vivió. Uno llega a ella con el saber necesario para entenderla y disfrutarla en toda su dimensión. El mérito de las muestras está probado; no se las pierdan.

 

Cecilia Navesnik

 

Museo Nacional de Bellas Artes. Av. Del Libertador 1473. Martes a viernes de 12:30 a 19:30. Sábados y domingos de 9:30 a 20:30. Hasta el 19 de octubre. Entrada Libre.

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