Comedia dramática


 

 

La monstrua

Por: Leandro Ibáñez

Marcelo Mangone dirige a Omar Lopardo, en el texto dramático del uruguayo Ariel Mastandrea; donde el público es testigo una vez más de esa maldita costumbre histórica de aislar a lo diferente, a lo poco frecuente, y luego comprar un ticket para verlo sobre un escenario.


Marcelo Mangone dirige a Omar Lopardo, en el texto dramático del uruguayo Ariel Mastandrea; donde el público es testigo una vez más de esa maldita costumbre histórica de aislar a lo diferente, a lo poco frecuente, y luego comprar un ticket para verlo sobre un escenario.

 

“Los seres humanos son más parecidos a monstruos chapoteando en las tinieblas que a los luminosos ángeles de las historias antiguas” le dedica Roberto Arlt a su amada Carmen en la primera hoja de su eterno El jorobadito. Y aunque la fealdad de un ser puede estar enquistada en las profundidades de su alma, la historia del mundo da cuenta de que la que realmente pesa es aquella que se muestra, la incrustada en el cuerpo.

Cornelia de Longue –nótese el doble juego con el síndrome de Lange- sabe de aberraciones de la naturaleza, se ve al espejo y se define como el odio de Dios. Es que Cornelia, de rostro velludo, largas pestañas arqueadas, pequeña nariz respingada, finos labios invertidos y poseedora de una única y larga ceja, es la monstrua del circo; que sola y aislada en su diminuto camerino, relata con prosa poética su historia, sus anécdotas, los amores que no fueron, y las traiciones que supo vengar.

El camaleónico Omar Lopardo lleva con fuerza y decisión actoral este unipersonal en el que la diva es barbuda, y bien podría ser un personaje de la fílmica Freaks, de Tod Browning.

En La monstrua queda claro que la verdad que vale es aquella que se ve, y que la naif  lo esencial es invisible a los ojos, es puro cuento.

 

Leandro Ibáñez

 

Templum. Ayacucho 318. Reservas: 4953-1513. Sábado a las 22:30.

www.alternativateatral.com/obra24583-la-monstrua

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