RECOMENDADOR DE ARTES Y ESPECTÁCULOS

Estreno internacional

Venus en la piel

Por: Sebastián Tabany

Roman Polanski vuelve a adaptar una obra de teatro, esta vez con dos personajes y mucha tensión sexual.

Román Polanski filmó hace poco Un dios salvaje, la obra de teatro de Yasmina Reza Le dieu du carnage, con cuatro personajes. En Venus en la piel, el director polaco sigue con la misma tesitura de adaptar una exitosa pieza teatral de pocos personajes y mucha tensión, en este caso la obra homónima de David Ives que fue un éxito en el off Broadway neoyorquino en 2010 y actualmente está en cartel en Buenos Aires con Carla Peterson y Juan Minujín. Traducida al francés y con intérpretes de esa nacionalidad, Venus en la piel tiene toda la picardía sexual de Polanski que tan mal le hizo hace cuarenta años por lo que no puede volver a pisar suelo estadounidense pero que también forma parte de su propuesta artística que se atisba en la mayoría de sus trabajos cinematográficos.

El escritor y por primera vez director Thomas Novachek (Mathieu Amalric, malo de Bond pero también realizador en su Francia natal como El Cuarto Azul) está enojado por no haber encontrado a la actriz de su obra, intitulada como la película y adaptada de la novella  de 1870 escrita por Leopold von Sacher-Masoch, cuyas afinidades sexuales dotaron a su apellido de una entrada perenne en el léxico occidental. Al fin del día llega Vanda (Emmanuel Seigner, esposa en la vida real de Polanski) quien aparece mascando chicle. Sus modos groseros no son los más adecuados para interpretar a una aristócrata prusiana del siglo XIX. Sin embargo, Thomas comienza a intrigarse por la mujer, al tener el mismo nombre que el personaje y al traer a la sorpresiva audición una copia del libreto completo. Vanda comienza a sacar disfraces de su maleta y entre los dos se forma una relación no casualmente coincidente con lo que propone la obra de teatro. Vanda asegura que la obra es un texto pornográfico sadomasoquista con tintes de abuso infantil mientras que Thomas insiste en que es una historia de amor. Esa dicotomía cualitativa parece venir del mismo Polanski que guiña el ojo al espectador afirmando que muchas veces el esnobismo crea lecturas donde no las hay.

El director (Roman, no Thomas) juguetea con esta noción todo el tiempo mientras utiliza la exquisita cámara de Pawel Edelman para relatar un encuentro erótico de forma seductora pero distante a la vez. Polanski es uno de los grandes directores de cine contemporáneos y lo demuestra aun con dos personajes y un escenario.

 

 

 

Estreno en Buenos Aires: 23 de julio.