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Cocina porteña

Lalo

Por: Luis Enrique Medina

Se mudó una de las caras de la tradicional cocina local, de manos del descendiente del histórico Bachín, que regresa a casa de sus mayores, luego de hacer historia por propio peso. 

Para los que conocimos aquellos años dorados de la gastronomía porteña compuesta por pastas, pescados, mariscos y una buena parrilla, los que observamos de las alargadas cenas de nuestros mayores en el histórico Bachín, ubicado en Sarmiento casi Montevideo, pegado a su hermano Pichín, que ocupaba la esquina. Para los que veíamos a “las estrellas de los teatros” en las mesas con mantel de papel, épocas de las cantinas de La Boca, de cornalitos fritos como entradas, ver a este Lalo, que podríamos decir que es el nieto de aquel, en ese solar, es una linda sensación. Paladear las pastas, el grueso bife de chorizo, la merluza a la romana, con la misma calidad de entonces, es sentir que hay tradición.

La historia cuenta que cuando cerró Bachín, la sociedad se dividió en dos y se formaron Chiquilín y Lalo, este último, sobre Montevideo, a mitad de cuadra.

Se llevó una gran cantidad de los mozos, durante más de una década brilló con esplendor. Con el tiempo, por alguna razón, los propietarios dejaron el lugar, pero estos héroes, los mozos, se mantuvieron unidos y lo sostuvieron. Pasaron épocas duras, lo conservaron para nosotros y a poco más de un año de haber formado una cooperativa, lo acaban de trasladar al Complejo La Plaza, en el local que ocupa aquel solar que tenia Bachín.

Vale la pena hacer público que la cooperativa está formada por todos los empleados, por los mozos Luciano García, Daniel Bono, Santiago Gaspar, Carlos Fernández, Rubén y Washington Soriano. En la cocina Antonio Santillán, Carlos Villareal y Ramon Díaz.

En la parrilla siguen César Luna y Fabián Olmos. A la gambuza o fiambres  Manuel Domínguez y Rubén González, los bacheros Mario Sayas y David Paredes, y Rafael Heredia en la adición.  El BUE les agradece por mantener la tradición y un querido lugar de todos.

En estos días, en que muchos restaurantes poseen sobreprecios en contraposición a las porciones, cabe destacar la abundancia y el bajo costo de los platos, con una calidad muy recomendable. El abundante público que lo elige hace que la frescura de la mercadería que compone su menú sea extrema.

Un lugar nuestro, un lugar de nuestra vida, de nuestra historia.

Lalo

Sarmiento 1617. Todas las tarjetas.