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Estrenos argentinos

Mujer conejo

Por:

Bizarra y provocadora, la propuesta de Verónica Chen intenta acercarnos a un mundo a mitad de camino entre la realidad y la fantasía.

Existe una raza de conejos mutantes que invadió los campos argentinos. Se alimentan de sangre. Su condición transgénica se debe a un experimento que tiene un oscuro origen en el barrio chino.

Ana recuerda en sueños a los conejos. Tiene raíces chinas en su ADN, pero no conoce el idioma. Habla con acento porteño. Trabaja como inspectora en el gobierno de la ciudad y está dispuesta a no dejarse sobornar por los punteros orientales que construyen cubículos de trabajo para los inmigrantes.

Su novio es doctor, argentinísimo. La vida de Ana transcurre tranquila, pero todo lo que quiere se verá amenazado cuando se interponga en el camino de la mafia china. La corrupción, el trabajo esclavo y la experimentación genética con los alimentos son los interesantes puntos a tratar en el film. Verónica Chen, la directora, les da un insólito giro para desinstalarlos del costado informativo, documental. Despliega un viaje onírico y delirante que incluye secuencias enteras de animación en 2D, voces en off multilingües y cámaras ocultas. Ana está protagonizada por una bellísima Haien Qiu, en su primer protagónico para el cine. La secunda un sólido Luciano Cáceres en el rol del novio médico. Luciano ofrece un excelente trabajo, uniendo el universo complejo de Ana a la cotidianidad. Sus escenas levantan el film y mejoran la actuación de todos los que lo rodean. Se puede decir que cumple una labor luminosa.

Merecen un párrafo aparte las actuaciones de Héctor Díaz y Gloria Carrá. Los dos componen empleados administrativos, cansados de su rutinario trabajo. Literalmente, les importa un rábano la vida de los demás. Díaz compone con el cuerpo y el alma su breve personaje. La Carrá está simplemente magnífica: aporta un gran momento de humor con su empleada insensible y cínica. Sus expresiones son antológicas y es una lástima que no haya participado en algunas escenas más.

Mujer conejo es el tercer largometraje de Verónica Chen (dirigió Vagón fumador y Agua). Está impecablemente filmado, con una gran fotografía y con recursos novedosos. Constituye un intento válido de renovar los géneros del cine argentino, de salirse un poco del drama que transitamos tanto. Lo suyo es una nota de color que se mete con temas que en cierto modo son bienvenidos a ser tratados de otra manera: la identidad, el tráfico ilegal de personas, los alimentos, el destino de nuestras tierras de cara a un mundo globalizado.

En cierto modo, como un violento poema de verso libre, la Chen nos habla de una tierra de nadie, en donde sus habitantes no conocen bien sus raíces. Y si eso no es un tópico del argentino medio, ¿de qué estamos hablando?