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Estrenos nacionales

Una familia gay

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Llega el segundo largometraje de Maximiliano Pelosi, que aborda un tema candente: el casamiento entre personas de un mismo sexo.

Durante siglos, el matrimonio fue un acto constituyente. Un casamiento suponía un ordenamiento social, el hecho institucionalizado que fundaba una familia.

Pero, ¿qué pasa hoy, con la ley del matrimonio igualitario? ¿Cómo impactan los casamientos entre personas de un mismo sexo en esa sociedad ideal que tenemos implantada con un chip, sea cual sea nuestra condición sexual?

La película de Pelosi indaga acerca del matrimonio, su dimensión social como rito, su vinculación con las religiones y los lazos con el universo gay.

No es un documental, porque muchas situaciones están recreadas. No obstante, se logra un lenguaje audiovisual verosímil, con entrevistados y una necesidad muy honesta de querer decir algo.

Pelosi nos cuenta su relación con el hombre que quiere, su forma de encarar la sexualidad, cómo se lleva con sus hermanas casadas, con sus sobrinos, con la iglesia. Participando como intérprete, guionista y director, nos sumerge en el dilema de ingresar o no en el espiral burgués que tanto ha combatido a los homosexuales, en salir o no del sendero de la libre expresión sexual ateniéndose a la monogamia, en proteger o no una forma de vida conquistada fuera del circuito estándar de lo que debe ser una familia.

Una escena reveladora: la charla de Pelosi con su hermana. Ella confiesa que en su matrimonio el sexo es rutinario. Pelosi defiende la cama de a tres. La mujer se queda muda. ¿Cuántos años de acatamiento, de cierta represión, conlleva ese silencio femenino? ¿Hasta qué punto se puede ser feliz en una institución como el matrimonio?

El amor que esconde el trámite nupcial y el desafío de pertenecer legalmente a una sociedad viciada de mal funcionamiento, son cosas para reflexionar.