Complejo del convento

Por: Luis Enrique Medina

Reuniones de fin de año, despedidas con amigos, festejos de un año exitoso en equipo, un balance que amerita un brindis. Pero ¿dónde ir? Quizás el común de los bares ofrezca espacios limitados y busquemos algo distinto. Planeando sobre BUE recomienda un viaje al paraíso.

En el centro de la city, siempre convulsionado, hay un oasis maravilloso para instalarse a disfrutar un momento con amigos, compañeros o en pareja. En la esquina de Reconquista y Perón está la basílica de La Merced. Junto a ella, por Reconquista, hay una construcción con una antigua entrada. Era el antiguo convento de los monjes mercedinos, sin lugar a dudas lo más arcaico de la ciudad. Esas inmensas galerías con salas eran los claustros de los primeros sacerdotes que intercambiaron conocimientos con los indígenas, allá por 1640. De ese encuentro de dos culturas diferentes surgieron los pilares de nuestra actual identidad. Unos siglos después, Liniers utilizó el convento como base de operaciones para organizar la famosa poblada revolucionaria contra los ingleses.

En nuestros días, el espacio conserva algunas de las interminables galerías con paredes de un metro cuarenta, arcadas que dan a una plaza o patio colonial con añosos árboles, testigos de la vida en la época de la colonia. El sol baña todo el predio mientras infinidad de mesas cambian de usuarios a lo largo del día. Se disfruta la tan anhelada paz, se puede sentir que afuera de esos muros transitan carruajes tirados por caballos.

Durante mucho tiempo el lugar alojó anticuarios muy interesantes, de los cuales aún se pueden visitar algunos. En materia de recomendaciones señalamos Santacroce, un clásico con excentricidades para revolver y pasar un momento divertido reconociendo objetos hogareños o laborales que otrora pertenecieron a la vida urbana.

En este complejo se pueden descubrir espacios gastronómicos que ofrecen menúes de variadas escalas de precios, con mesas dentro de los salones que en otras épocas oficiaban como claustros, espacios mantenidos con mucho celo en lo que a arquitectura original se refiere, o disfrutar de las mesas que dan al patio colonial, que las hay en sombra o soleadas, con las más variadas vistas para reconocer, durante la estadía, íconos de antaño que llamarán la atención.

No dejen de pasar por el Complejo del convento en esta temporada estival y ténganlo en cuenta para las celebraciones que mantendremos durante este mes.