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En cartelera

El otro hermano

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Fuerte, dura, impactante, retorcidamente divertida, la película de Caetano se destaca entre los recientes estrenos.

Israel Caetano está de regreso. Cada película suya es un baldazo que refresca nuestro panorama cinematográfico.

A su manera de filmar, áspera pero elegante, a su montaje preciso y económico, se suma esta vez un guión muy interesante, del propio Caetano y Nora Mazitelli, basado en la oscura novela Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued.

La anécdota está revestida de un tono policial: Cetarti, ex empleado público que vive en Buenos Aires, es llamado para reconocer a su madre y a su hermano, que fueron asesinados en Lapachito, un pueblo perdido de Chaco.

Apenas llega se encuentra con Duarte, un ex militar que manda en el pueblo. Duarte le propone cobrar el seguro de vida de su mamá, a pesar de que no tienen los papeles para hacerlo por la vía legal.

Llevado por ese personaje comprador, que posee un sentido del humor ligeramente inquietante, pero más que nada por su vida aburrida y sin aristas, Cetarti acepta.

Ese que le da a Duarte lo convierte en testigo del perverso juego de poder y sordidez que envuelve la vida del otro y de todos los que lo rodean. 

Leonardo Sbaraglia, que compone a Duarte, está sencillamente perfecto. Saca adelante a su personaje por un costado muy difícil, pero lo clava en el ángulo preciso. Maneja la dosis justa de humor y la asocia a una maldad insondable, que cuando asoma hace saltar de la butaca.

Daniel Hendler lo acompaña a la altura. Su Cetarti, sucio y desprolijo, condesciende todo sin un ápice de humanidad, y eso es paradójicamente, lo que lo vuelve un personaje verosímil, más cercano a mucha gente de la vida real de lo que estamos dispuestos a admitir. Son la dupla ideal.

El otro hermano puede ser Alián Devetac, un joven actor que ya supo destacarse en La tercera orilla, de Celina Murga.  El elenco se completa con unos estupendos Pablo Cedrón, Ángela Molina y Alejandra Fletchner.

Hay mucho humor en el guión, mucho chascarrillo campero, combinado con mucha violencia. Las mujeres son víctimas de los hombres. No hay lugar para los débiles.

 Sin tiempos muertos, con vocación de contar una historia, con buenos recursos,  buscando el fluir de la narración antes que el placer estético, Caetano descubre que el paisaje está en los personajes.

Hubo un terremoto en el ánimo de las gentes de Lapachito. Hay un mundo devastado, cosas apiladas, ruinas después de una guerra. Nadie se quiere con nadie, hay un cariño que pudo haber sido, hay huérfanos.

Cualquier parecido con la realidad no es una coincidencia. En El otro hermano se sintetizan verdaderos tipos argentinos.

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