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Drama

El emperador Gynt

Por: Lucho Gutiérrez

La felicidad de ver un Ibsen, con una gran cuota de creatividad y talento que logra atrapar al espectador, en una narrativa inolvidable.

El espíritu del noruego Henrik Ibsen en un escenario de la ciudad, ilumina la intención de investigar, de reflexionar sobre temas de gran contenido intelectual. Este texto de su primera etapa literaria, donde el romanticismo y el deseo de recapacitar sobre las tradiciones noruegas, principalmente las rurales, posee un plus más que interesante.

La adaptación pertenece a Franklin Caicedo y Lito Cruz, quienes realizaron una memorable puesta en el Teatro Payró, en aquel convulsionado 1978.

Este material obliga a realizar una obra con gran cantidad de personajes, catorce para ser más claros. La puesta que nos ocupa es un unipersonal. Esto produce que el protagonista se transforme en un narrador, liberando su fantasía y dándole una vuelta especial que potencia infinitamente la pieza.

Desde hace tiempo seguimos la labor del actor Peter Lanzani, observando su constante crecimiento en acciones como producir y protagonizar Equus, obra que le valió el respeto de sus pares, al igual que su interpretación en El clan. En esta oportunidad realiza una entrega superlativa al conformar una narrativa con las dificultades que presenta El emperador Gynt.

Se ve y se siente claramente contenido por la dirección de Julio Panno, quien al igual que en materiales tan disímiles como El gran final o Tango corrupto, reitera un acierto, una mirada de gran importancia.

Panno sitúa a Gynt en un onírico y desolado escenario, donde la luz insinúa los espacios y climas, haciendo posible un sinfín de disparadores que conforman los escenarios de las fantásticas aventuras del protagonista en la imaginación del espectador como ningún escenograma lo haría. En su recorrido a lo largo de las dos horas que dura el proceso, el actor nos lleva y nos devuelve a gusto, dejándonos con el deseo que la narración continúe y que nunca termine la bellísima ejecución de Mónica Cosachov al piano.

 

Centro Cultural San Martín

Centro Cultural San Martín. Sarmiento 1551. Martes a las 21.