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Estrenos argentinos

Wakolda

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Se estrena la esperada película de Lucía Puenzo basada en su propia novela. La pista argentina de Mengele a través de su frondosa imaginación.

Lucía Puenzo es fabulosa, en el sentido exacto de la palabra. Le gusta imaginarse fábulas, jugar con mitos, perderse en líneas que bordean personajes legendarios.

Por eso quizás sus films sean tan sabrosos. Con mayor o menor grado de pericia técnica, todas sus historias encantan porque tienen un dejo misterioso, el mismo que nos llenaba de miedo y de fascinación por los cuentos crueles de Perrault o los hermanos Grimm, durante la niñez.

Esa magia recóndita e inquietante posee Wakolda, su tercer largometraje luego de XXY (2007) y El niño pez (2009). Con imágenes muy bellas y retomando su pasión por las criaturas raras, inadaptadas de este mundo, cuenta la historia de Lilith, una preadolescente muy bajita que vive con su familia en la Patagonia. Sus padres regentean una hostería, y un médico alemán que conocen durante una tormenta de nieve se convierte en su primer huésped. Corre 1960. Pronto el alemán revela un extraño conocimiento de la genética y una obsesión por la pureza que va cooptando progresivamente a la familia y enamora a Lilith.

¿Quién es ese hombre? La película juega con ambigüedades y certezas acerca de la monstruosa figura de Josef Mengele y su paso por la Argentina.

Protagonizada por un elenco de actores muy bien dirigidos -Alex Brendemühl como el médico nazi, Natalia Oreiro y Diego Peretti como los padres, Elena Roger (muy bien en su papel de agente del Mosad), Guillermo Pfening, Ana Pauls, Alan Daicz y la presentación de la pequeña Florencia Bado-, la película va pasando lentamente de una atmósfera de cuento a ser una pesadilla siniestra, donde los personajes van perdiendo la voluntad, hipnotizados por el poderoso influjo del visitante germano. La gracia extra que posee es que a través de ese mecanismo de enrarecimiento, cuidadosamente trabajado desde el guión, se mantiene el verosímil de esta historia tan jugada, especialmente desde el personaje de la madre que interpreta Oreiro.

El final es un poco intempestivo, pero Wakolda está bien realizada. Tiene un diseño de arte magnífico, que alcanza su punto más alto en la recreación de una fábrica de muñecas. La concepción visual, contraponiendo planos muy cerrados de la niña y su relación con el médico al vastísimo paisaje patagónico –en tomas que recuerdan al Kubrick de El resplandor-, agudiza el conflicto que recorre toda la obra, que también tiene que ver con la impunidad, el despertar sexual, el atentado cotidiano que cometen los hombres contra la naturaleza y los peligros de tomar a la ciencia como una religión.

Wakolda cree en lo que está contando y lleva al espectador de la nariz a través de una historia original, muy acorde al rico mundo interior de su inteligente directora.

 

 

Estreno en Buenos Aires: 19 de septiembre.