RECOMENDADOR DE ARTES Y ESPECTÁCULOS

Instalación

1930: Rafael Landea

Por: Damián Zaga

"Cualquier sociedad, ya sea conscientemente o en completa inocencia, puede ser arrasada por una ceguera colectiva basada en rumores y falsedades". Craig F. Cooper.

Desde el principio de los tiempos se ha lamentado la condición que posee el hombre de tropezar con la misma piedra una y otra vez. Rafael Landea intenta, en este trabajo con un profundo contenido artistico, concientizar a la sociedad con lo ocurrido en la llamada República de Weimar, el período comprendido entre 1919 y 1933 en la Alemania de entreguerras, el período previo al nazismo. La pregunta que nos hacemos todos es ¿cómo saber cuándo se está avecinando un tiempo en que el miedo se transforma en un monstruo sangriento que arrasa con sociedades?

De hecho, en esta muestra de arte se puede observar una sociedad en ese momento previo, donde la puja entre la derecha indignada por las desesperantes condiciones en que Alemania había quedado tras la rendición en la Primera Guerra Mundial y la izquierda revolucionada por la caída del régimen zarista ruso, conviven con una libertad que en el fondo no estaba clara. Algo en lo profundo estaba mal y se puede captar muy bien en esta exhibición de Landea.

Como todo período de la historia atravesado por convulsiones  y contradicciones, la de Weimar fue una época extremadamente prolífica en lo artístico y cultural. Fueron años en los que  escritores, realizadores de obras de teatro e incluso de cine, concertistas, pintores, escultores brillaron para siempre; prosperaron los locales de actividades moralmente prohibidas. Parecía que tenían una necesidad de fuga de la realidad opresora que los volcaba a una vida social más activa, una sociedad que hoy nos parece arrasada por la ceguera colectiva acerca de lo que se avecinaba a partir del 30 de enero de 1933, cuando esta tensión finalmente se decantó hacia una opción radicalmente anticomunista, encarnada por Hitler y su NSDAP.

Podemos observar, a modo de instantáneas pintadas, un relato que conjuga niños en un parque, un caballo exhausto, un café, el interior de una casa o un tren en la noche; postales de la vida cotidiana inspiradas en escenas tomadas de dos films de esta época: Berlín, sinfonía de una gran ciudad y Gente en domingo. Por el otro, las de un misterioso dragón volando a través de una ciudad, basadas en el dibujo El rumor de Andreas Paul Weber y, finalmente, la imagen del centro de una ciudad tomada de una fotografía de Leipzig.

En cada una de las imágenes se encuentran ellos, los transeúntes de cada día, pero es imposible no pensar que ellos mismos estarían allí en la próxima década, la que marcaría como uno de los horrores más grotescos e inolvidables de la humanidad.

Seguramente haya un espacio en la agenda de nosotros en la que podamos acercarnos a ver esta muestra de arte, que en sí es instalativa, ya que es tan potente el llamado a la reflexión de este artista, que lo que está en las paredes es solo una parte, la otra somos nosotros, los que debemos reflexionar. 

Museo del Holocausto

Museo del Holocausto- Shoá. Montevideo 919.