Hombres, imágenes y muñecos

Por: Manuela Roca

En esta contundente obra casi inédita, Pavlovsky nos invita una vez más a analizar el mundo a través del ojo crítico del teatro del absurdo.

No hay una sola forma de hacer teatro político, y este autor es un claro ejemplo de ello. Estrenada en los 60, y perdida entre archivos por más de 50 años, la pieza recomendada transmite al público la sensación de estar reencontrándose cara a cara con una realidad que es incómoda.

Los personajes, con cuerpos mecanizados como muñecos, se encuentran a la espera de órdenes para seguir avanzando en un mundo de opresión naturalizada. A pesar de lo grotesco de los cuerpos y del humor y lo atractivo de la puesta dirigida por Sebastián Berenguer y Daniel Dibiase, las imágenes no dejan de perturbar por lo cercanas.

Para que el texto y la puesta cobren sentido es necesario el impecable trabajo físico del elenco, que deja al descubierto no solo una gran técnica sino también una clara determinación de que el mensaje llegue a destino. El elenco está compuesto por: Cristian Thorsen, María Fernández Vocos, Ramiro Gatti, Juan Barreiro y Silvana Seewald. De esta forma, los personajes se mueven por el escenario como manipulados por una fuerza externa a ellos mismos. El público no ve los hilos, pero sin duda están ahí: algo superior a la propia voluntad incita a los personajes a discurrir de forma inconsciente dentro del sistema de dominación que les es impuesto.

El dinero, el sexo,y el poder son solo algunos ejemplos de la dominación propia de una sociedad de clases que la obra plasma a través de una dramaturgia siniestra, típica del teatro de Pavlovsky.