RECOMENDADOR DE ARTES Y ESPECTÁCULOS

Drama

La zarza ardiendo

Por: Oscar Damico

La felicidad de ver en escena un clásico con una perfecta manufactura. Una propuesta muy interesante por diversas razones.

El genial José Pepe González Castillo, fue un prolífero dramaturgo, director de teatro, libretista de cine y letrista de tango, con una clara propuesta a la reflexión. En su extensa producción podemos ver como identidad a la denuncia de la hipocresía en la sociedad, sobre todo en las esferas de la oligarquía. Su condición de anarquista le dio el impulso de ser un formador de discípulos que han quedado marcados a fuego en las letras y en la música de nuestra cultura, como Sebastián Piana, Homero Manzi, su propio hijo Cátulo, entre otros letristas y compositores de tango. Fue el director de la universidad popular de Boedo, donde por más de 20 años estudiaron infinidad de adolecentes de la zona. También, con su constante y desinteresado aporte al crecimiento individual de sus seguidores, dio origen a la rivalidad cultural entre focos de sobresalientes intelectuales de la ciudad de entonces, como la de La Boca liderada por Quinquela Martín o el grupo del centro compuesto por Borges, Casares, las Ocampo, entre otros, sana rivalidad que aportó una era de apogeo cultural a nuestra tierra.

El reconocido actor y director Fito Yanelli, a quien en estos días se lo puede ver en el elenco de Los sirvientes, los sábados a las 20 en el Teatro del Pueblo, ha valorizado su espacio teatral La Clac, poniendo en cartel con adaptación propia y dirección,  este material emblemático, con firma del gran autor, en sociedad con Federico Mertens.

Entre los aciertos de la puesta, se cuenta el de mantener presente la estrategia de los textos de Castillo: la sorpresa como principal componente y resaltador de la denuncia. El autor siempre proponía un status quo ideal: una familia honorable, un respetado lugar de trabajo, un vecindario solidario, para luego introducir el componente perturbador y nocivo, de manera solapada en el núcleo: así señalaba la hipocresía en esos círculos.

En este material está presente dicha norma para que funcione el proceso. También una excelente dirección de actores, entre los que se encuentran Horacio Pucheta, Rubén Pérez, Andrés Rojas, con respetables trayectorias, acompañados por Cecilia Lucero, María José Pedrana, Laura Rodríguez y Gerardo Alessio, elenco que transporta al espectador a un universo de antaño, recreando situaciones, perdidos gestos y modismos propios de la época. Es de resaltar el vestuario de Silvana Tisha Morini, que en cada detalle mantiene una exacta rigurosidad que lo convierte en un arte en sí mismo.

Es muy valioso que este texto, es significativo que este autor esté presente hoy en nuestra cartelera, realizado de esta manera, para poder apreciar nuestro pasado y nuestro presente, para reflexionar sobre el tema que toca esta obra, uno de los problemas que ha estado presente en la historia de la humanidad y que de seguro nos acompañará, como tantos vejámenes que realiza la especie a la que pertenecemos: por eso es también otra lección del viejo maestro. 

La Clac

Sala La Clac. Av. De Mayo 1158. Viernes a las 21:30.