Etiqueta azul

Por: Lucho Gutiérrez

La capacidad de generar tensión y suspenso de manera constante es una habilidad difícil de encontrar. Este equipo ha logrado su fin.

Sobre un material de la actriz y dramaturga Patricia Liguori, el experimentado director Joaquín Bonet da forma ontológica a este texto, logrando un plus muy particular. Se reúne con un equipo de artistas que le garantizan un camino seguro hacia la calidad. El diseño del dispositivo escénico de Gonzalo Córdova Estévez, sumado a la singular mirada de la vestuarista Sofía Di Nunzio, conforma signos donde Bonet puede plantar lo que está pasando: la acción sin los datos físicos que brinda la espacialidad o la incomodidad de un vestuario fuera de contexto, perderían la potencia que aquí poseen.

Con gran habilidad se genera un vínculo entre la actriz Malena Sánchez en el rol de Paula y el actor Eliseo Barrionuevo que compone a Juan, quienes transitan por una constante transformación, logrando una progresión cargada de tensión.

La obra posee todos los condimentos para pasarse de la raya y dejar expuesta la clave que conlleva la intriga general, pero con gran experticia y a modo de equilibrista sobre una fina soga, la pareja protagónica mantiene al espectador sentado al borde de la butaca, reaccionando a estímulos que le van haciendo tomar partido en temas como la diferencia sociocultural, el abuso de género, drogas, trata, y tantas trampas y peligros que son propiedad de la noche, que anuncian un final escabroso.

La recomiendo especialmente a los jóvenes que transitan estos espacios nocturnos, con el fin de generarles escalofríos al ver la capacidad de observación que se ha tenido para reproducir climas, situaciones y reacciones que solo se suceden en ese ámbito.