Ninfa

Por: Walter Bergonzi

Una experiencia que resignifica un estadio entre lo humano y lo animal, entre lo real y las versiones de fauna que tenemos en la mente.

Espectáculo seleccionado para la presente Bienal de Arte Joven, plagado de interesantes razones para no perdérselo.

Esta veinteañera llamada Bianca Lerner es autora y directora, a quien le fue otorgado parte del Olimpo de nuestros maestros del género para que realizaran el seguimiento de su proyecto. Entre estos nombres se encuentran Luis Cano al mando de la tutoría y  Rubén Szuchmacher con Andrea Servera en la colaboración artística.

En este trabajo físico, de carácter puramente antropológico, producción de esta veinteañera acopiadora de experiencia desde la cuna de artistas que la vio llegar y por infinidad de búsquedas a las que se ha dedicado en su camino, hoy puede unir esta experiencia y plasmar en escena el resultado de una interesante búsqueda de fuerte concepto y apasionante estética.

En escena, el talento infinito de las bailarinas Natali Lisman, Fabiana Paisani, Marisol Moreira, Pamela Juri y Daniela García desarrollan un paisaje muy particular, compuesto por una extraña conjunción entre las desnudas y bellas piernas humanas, la presencia animal por medio de una mezcla de tapados de piel de distintas especies que cubren el torso y una cabeza femenina con salvajes cabellos ondeados. Esta apariencia de dudoso origen se desplaza en escena conformando situaciones vinculadas a lo grupal, a la actitud en manada, a reacciones y acciones de corte claramente animal que son identificables en la sociedad que hoy diseñamos, mezcla de apariencia vencida por el animal interno que no se resiste a haber perdido el pelo.

Un trabajo que conmociona desde lo reflexivo como desde su conformación estética. Un espacio vacío, guiado por la música creada por Dylan Lerner, cargado de humo sobre el cual se dibuja el acertado diseño de luces de Javier Drucaroff que indica una decisión escénica de Rodrigo Gonzales Carrillo. En este sitio, un sinfín de imágenes pictóricas brotadas de una mente que ve plasmado en escena la idea de sacar del viejo ropero los tapados de piel de su abuela, creados por un peletero con quien compartió su vida y formó una familia de la cual desciende la creadora.