Madrijo

Por: Walter Bergonzi

Un momento gracioso, con un mensaje tan profundo que, ya muy alejados de la butaca, sigue pidiendo un espacio de reflexión.

 

El dramaturgo Mariano Saba compone este material reconocido como obra ganadora del Premio Germán Rozenmacher de Nueva Dramaturgia. En él está expresado un sinfín de metáforas que van desde las vulnerables cuitas humanas como el Edipo con la madre castradora, a la presentación de dramas sociales, conflictos de castas, bajezas de la sociedad de nuestros días.

En medio suceden esos condimentos con los que Saba adereza sus textos, como que los personajes son visitados de manera familiar por el espíritu de Alfonsina Storni o el sintomático padre ausente que impulsa al hijo al arte de ventrílocuo.

Esta rica y compleja dramaturgia es elegida por el experimentado actor y director Horacio Roca, usándola como punto de partida de un universo que propone en la dirección de este drama con un alto grado de humor, logrando exponer temas que forman parte de las vidas de estos seres compuestos magistralmente por Ingrid Pelicori y Marín Urbaneja.

Ese duelo que se da en medio de un conflicto externo y que está en el orden de lo social desata uno interno, en el vínculo de estos dos seres atados por un implacable cordón umbilical y que deja expuesto algo que está en camino a lograr un fin, pero el lazo lo impide. Ella siempre será una madre, aunque el hijo intente volar. Ella desestimará la altura que él pueda tomar en ese vuelo errático e inconducente.

Madrijo propone un abanico de conflictos en medio de un surrealismo bizarro, un espacio propuesto por Roca con señales semióticas que conforman metáfora con esa barrera materna, un camino inconducente, el hijo en un trabajo inútil, todo se transforma en límites señalados por el diseño de luces de

Leandra Rodríguez. El humor y el absurdo al servicio de la exhibición de los lazos humanos.