Blanca

Por: Atilio Tustali

Esto hubiera pasado si la historia de Un tranvía llamado deseo, transcurriera en el conurbano bonaerense

La dramaturga Natalia Villamil, soñó con el supuesto caso que ésta apasionante historia de Tennesse Wiliams transcurriera en nuestra cultura, en un extracto social similar al que pertenecen los actantes de la historia original en el estado sureño de los Estados Unidos. La dirección de Cintia Miraglia la ubica en el escenario de la sala 3 del Centro Cultural San Martin, busca ser acompañada en este viaje por el escenógrafo e iluminador Gonzalo Córdova, que es uno de los grandes aciertos en sus decisiones y con ese material compone un drama , que al estar compuesto por conflictos humanos, se transforma en algo universal y local a la vez y por lógica.

La puesta en escena es simple, sin pretensiones, tiene la grandeza de permitir el lucimiento de quienes presentan los conflictos, almas encarnadas en un elenco que disfruta cada movimiento que ocurre en el desarrollo del drama. Sobresale por protagonismo y por peso propio Monina Bonelli, entregando una Blanche (Blanca) única y perfecta, espontanea y sin fisuras, un placer para los sentidos del espectador. Acompañada por Leticia Torres. En el rol de su hermana, conformando una dupla que analiza el rol de la mujer a lo largo y ancho del tiempo. Un destaque especial es el trabajo de Héctor Bordoni con una composición tan alabada por la infinidad de herramientas que componen la calidad actoral. Mariano Sayavedra  entrega otra de sus composiciones, dándole un nuevo acierto. Marcelo Pozzi termina de cerrar este maravilloso elenco, pilar fundamental de este trabajo que es recomendable por las composiciones actorales, la idea espacial y el sentido que la ubicación geográfica la da a nuestra reinterpretación del clásico de Williams