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Estrenos argentinos

La segunda muerte

Por: María Guadalupe Cuenca

Una película de género llega a las salas porteñas. El terror y un enigma que se combina con las creencias religiosas.

Alba Aiello es una mujer policía. Vive para su trabajo y parece estar huyendo de algo. No cree en nada más que en su arma cargada y en la fuerza física.

Tiene un terrible secreto que no sabe nadie, ni siquiera Fidel, su compañero, que es el único ser humano que tiene algún contacto con ella. Los dos viven en un pueblo demasiado pequeño, demasiado tranquilo.

Todo cambia cuando una de las familias de ese pueblo chico comienza a morir en circunstancias extrañas: sus cuerpos aparecen incinerados, de rodillas, como si estuvieran rezando. O rogando.

Las muertes no tienen explicación científica. El cura del pueblo relaciona lo ocurrido con alguna fuerza maléfica.

Alba no cree en el diablo, como tampoco cree en Dios. Pero la llegada de un niño que puede ver el pasado de la gente, un pequeño clarividente, la pone tras los pasos de algo que bien podría interpretarse como una serie de sórdidos milagros.

En esencia, ese es el resumen argumental de La segunda muerte, la opera prima de Santiago Fernández Calvete. La seguridad con la que están construidos los planos y la fluidez visual que tiene la película desmienten un poco la condición de debut de su realizador en la pantalla grande. Pero es que Calvete tiene una importante labor anterior como asistente. Esa experiencia se nota mucho, especialmente en el encuadre y en la dirección de actores. Agustina Lecouna se luce en su rol de Alba Aiello, al igual que el niño que encarna al vidente, Tomás Carullo Lizzio. Mauricio Dayub cumple el rol de Fidel, el compañero policía de Alba. Logra un pueblerino muy verosímil y empático, sin caer en el estereotipo y aportándole una pátina de humanidad al personaje principal. También redondea una buena actuación Germán De Silva (el actor de la bellísima Las Acacias), componiendo al cura que se pone nervioso por las intervenciones cada vez más místicas de Alba.

El elenco se completa con Guillermo Arengo, que juega a fondo su papel de villano malvado.

Estamos frente a un original híbrido entre el cine policial y el fantástico. El autor supo imprimirle además, su firma de autor.

Quizás el punto flojo de esta propuesta sea el guión, con diálogos un poco rígidos y situaciones que no terminan de cerrar del todo. Pero está tan lograda la atmósfera de pesadilla (la fotografía, a cargo de Darío Sabina, es excelente), el arte y el diseño sonoro son tan acertados (la música de Sergio Korin impacta), que vale la pena acercarse a este ejercicio vigoroso de género.

Para los conocedores que no la vieron en los festivales en los que se presentó (BAFICI y Buenos Aires Rojo Sangre de España, entre muchos otros), esta es una oportunidad para acercarse al cine.

 

 

Estreno en Buenos Aires: jueves 13 de marzo.