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Estreno internacional

En la mira

Por: Sebastián Tabany

El drama policial urbano angelino es ya un género en sí mismo. El escritor de Día de entrenamiento vuelve a transitar las calles que tanto éxito le han dado.

Las revueltas populares que incluyeron turbas enardecidas y saqueos en los barrios periféricos de Los Angeles después del veredicto de inocencia a los policías acusados del famoso apaleamiento a Rodney King, más allá de los cambios sociopolíticos dieron por germinar un nuevo subgénero cinematográfico. Si el policial urbano y sucio tiene sus raíces en el film noir de los 40, de la mano de la Warner con estrellas como James Cagney, en los 70 con la época del director estrella y la crisis de los petrodoláres el género volvió a tomar popularidad pero ubicado en Nueva York con clásicos como La toma del Pelham 1 2 3, Sérpico y Tarde de perros.

El caso Rodney King a principios de los noventa y el resurgimiento de los nuevos directores afroamericanos como Spike Lee o los hermanos Hughes fueron la mezcla ideal para que el policial urbano de la ciudad de Los Angeles se transforme en una corriente propia. David Ayer es el guionista epítome de esa movida que terminó en el apoteósico Día de entrenamiento en 2001 que le valiera a Denzel Washington el Oscar al Mejor Actor. Ayer siguió la dinámica policía vs. ciudadano en films que no se estrenaron en Argentina como Dark Blue, con el caso Rodney King como trasfondo con Kurt Russell, Harsh Times con Christian Bale y Street Kings con Keanu Reeves y Forest Whitaker. En En la mira, Ayer vuelve a su terreno preferido y recontraconocido. Jake Gyllenhall y Michael Peña son dos policías que transitan las calles del sur de Los Angeles en su patrullero. Ayer, quien además de escribir dirige, elige el estilo documental como el programa televisivo Policías en acción. El personaje de Gyllenhaal lleva siempre una cámara portátil y a veces la acción se ve desde el punto de vista de la cámara instalada en el auto. Este estilo, en aras de lograr un efecto real puede resultar intrusivo y molesto predominando el formalismo por sobre una narrativa más clásica que podría dejar de ver el cuado completo. Decisiones estéticas aparte, las historias de Ayer se construyen lentamente. Los primeros cuarenta minutos son una recreación de la rutina de dos policías comunes que son compañeros hace años, tienen familias propias y más allá de algún incidente menor pasan la vida sin sobresaltos. A medida que transcurre la película, la historia comienza lentamente a aparecer: un narco mexicano los quiere borrar del mapa para que no interfieran en su cadena de distribución. La última media hora, Ayer pisa el acelerador pero no al punto de que se transforme en un film de acción. Ayer, ha construido con detalle y gracias a las interpretaciones de Gyllenhaal y Peña que construyen una férrea camaradería. El tercer acto es un viaje a la oscuridad muy lejos de los superpolicías del género de acción. A Ayer le interesa contar otra historia.

Estreno en Buenos Aires: 14 de marzo.