Drama


 

 

33 Variaciones

Por: Atilio Tustali

El hechizo del arte en escena que se produce noche a noche en la sala del Teatro Metropolitan deja extasiado al público, que se lleva consigo las más bellas sensaciones.


El hechizo del arte en escena que se produce noche a noche en la sala del Teatro Metropolitan deja extasiado al público, que se lleva consigo las más bellas sensaciones.

 

Asistir una noche al Teatro Metropolitan sugiere distintas gratificaciones; ver la puesta en valor de ese espacio que para nosotros es un templo sagrado, el buen gusto que se ha tenido para mantener intacto su estilo, todo eso da placer y orgullo. Pero el mayor deleite lo ofrecen las salas.

Adentro, en ese mágico recinto en donde la sociedad experimenta esa intención de querer creer que aquello es realidad, nos recibe uno de los más bellos sonidos y de pronto irrumpe en escena Marilú Marini. La magia comienza, se apodera del espacio y nos lleva a la genial Alemania de principios del siglo XIX, que desbordaba de músicos sublimes como Ludwig van Beethoven, Joseph Haydn y Franz Liszt. Allí es donde su personaje se obsesiona por una intriga que, como musicóloga, le es de vital importancia descubrir.

Marini tiene el poder de llevar al espectador de las narices por donde se lo proponga, siempre por mundos de encanto donde ella es la reina de la transformación. Encuentra en este trabajo, para desarrollar su parte de la historia, compañeros de ruta como Gaby Ferro, Malena Solda y Francisco Donovan, quienes reafirman la capacidad de generar arte de calidad.

La otra cara, la historia que busca desentrañar, está desarrollada por Lito Cruz, Alejo Ortiz y Rodolfo De Souza, en sus roles de Beethoven, Schindler -quien era su asistente- y Diabelli, su editor.

Son dos mundos que se transforman en paralelo a través de puntos en común, conviviendo en un espacio que lleva la firma y el ingenio de Jorge Ferrari, quien propone lo simple y lo majestuoso a la vez, un universo que cobra vida por el diseño lumínico de Eli Sirlin. Todo allí está en función de la puesta, nada sobra, el arte manda.

La escena es acompañada por el virtuosismo del joven paranaense Natalio  Gonzales Petrich, quien al piano coloca un importante elemento de seducción y calidad, a los que nos tiene acostumbrados Helena Tritek, realizando una vez más un objeto escénico cargado de alto contenido poético.

Esta maestra del género pone en relevancia su amor por la música sublime y la poesía, desde el inicio hasta el saludo final, momento en que el espectador sale decidido a seguir indagando. Esta obra logra promover la pasión que siente el personaje que encarna Marini y nos impele a buscar disquerías abiertas por Corrientes. Un espectáculo que nos deja mucho, un material plagado de riquezas que debe verse y que engalana la cartelera de la ciudad.

 

Teatro Metropolitan. Av. Corrientes 1343. Miércoles y jueves a las 20:15. Viernes a las 20:30. Sábados a las 20:15 y a las 22:15. Domingos a las 20.

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