Todas las cosas del mundo

Por: Juan José Bertolaga

Como si fuera la mitológica lámpara mágica, el Payró ha vuelto a cumplir los deseos de quienes aman el arte escénico. Las tablas se han poblado de duendes mágicos y grandes actuaciones.

Esta bendita ciudad, poseedora de una inmensa riqueza en creadores teatrales, contiene un pululante semillero, gran cantidad de directores reconocidos o consagrados y un puñado de maestros que ocupan el cenit del arte.

Uno de estos iluminados que ocupan la cima es Rubén Szuchmacher: nos honra al ser uno de nuestros máximos intelectuales. Amado y respetado por quienes son conscientes del verdadero poder del talento unido al intelecto y la sabiduría, es uno de los referentes que imprime nuestro estilo, el sello que nos mantiene como una de las ciudades de mayor calidad teatral para el resto del globo.

Con una de las trayectorias más sólidas de nuestras artes y el amor por ellas, se ha puesto al hombro la loable tarea de recuperar unos de los templos de nuestro teatro, la ya histórica sala del Payró.

Desde el año pasado ha invertido en la puesta en valor del teatro, otorgándole la envidiable infraestructura lumínica y técnica que claramente se evidencia en las ultimas puestas que se han realizado.

Una renovada y acertada programación acerca cada día más público. Ahora llegó lo esperado por muchos, una creación con su firma en la cartelera de la ciudad, alojada allí.

Eligió un texto de Diego Manso, poseedor de una pluma sublime que ha creado una prosa con alto contenido poético. Ubica los personajes anclados en nuestra pampa; una pareja de empresarios de variedades conformada por Ingrid Pelicori y Horacio Acosta. Ellos poseen un deseado asistente, Juan Santiago, que cuida los freaks del negocio en decadencia, al cual solo le ha quedado un espécimen, interpretado por Paloma Contreras. Un cura, Iván Moschner, con ruidosa reputación, intenta hacer el negocio eclesiástico, y aparece una culposa madre abandónica, Fabiana Falcón.

Con ese texto y el maravilloso elenco ha reunido a su gente, lo más granado del arte local, sus amigos: Jorge Ferrari para el diseño de escenografía y vestuario, quien ha propuesto una estética en grado icónico que le otorga una fuerza extra al estilo de puesta, acompañado por Gonzalo Córdova en el diseño de luces y Bárbara Togander, encargada del diseño sonoro. Juntos conforman el núcleo duro de esta creación magistral que posee perfección en cada área y en cada momento. Se nota la comodidad con que Szuchmacher ha trabajado en esta puesta, logrando un vuelo expresivo que sorprende en el devenir de las escenas, ayudado por los planos del dispositivo escénico, que conforma sucesiones de bellas imágenes pictóricas llenas de contenido metafórico.

Pintan un territorio que nos es común, que identificamos como una forma que cohabita con nuestra realidad y la agudeza de la mirada del artista que la realiza nos la muestra con el fino humor que lo caracteriza.

Un espectáculo que brilla entre las artes de la ciudad y trae un nuevo aire a uno de nuestros teatros emblemáticos.  Más que recomendable.

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