Ricardo III

Por: Lucho Gutiérrez

Una de las obras más complejas del inmortal dramaturgo de Stratford se ha instalado en la mítica sala Andamio 90, con el objetivo de echar luz a quienes deseen entenderla.

Francisco Civit es el inteligente director de esta puesta de la complicada epopeya shakespereana. "Ricardo III" es la última obra de su tetralogía sobre la historia de Inglaterra. Después de "Hamlet", es la pieza más larga. Posee más de cincuenta personajes con una dinámica muy especial que hace muy conflictiva la interpretación de este material a quien desconozca previamente el texto o la historia.

Si a eso le sumamos la dificultad para memorizar la gran cantidad de nombres ingleses que posee a lo largo de las escenas y cómo interactúan estos personajes, nos encontramos con un desafío importante para el espectador. Civit realiza la proeza de representar a la totalidad de los personajes con trece actores: Fernando Arluna, Gabriella Calzada, Juan Marcelo Duarte, Marcela Grasso, Juan Pablo Maicas, Pedro Merlo, Fernando Migueles, Roberto Monzo, Laura Pagés, Marta Pomponio, Mariano Rótolo, Belén Rubio y Gabriel Yeannoteguy. Como si esto fuera poco, todos los actores en algún momento de la obra, representan al deformado Rey Ricardo III.

Hasta aquí le resultará un reto pensar en ver esta obra.

Sin embargo es una de las puestas de "Ricardo III" más creativas y claras que he visto. Cada personaje entiende perfectamente cuál es su pulsión en cada escena y eso es muy develador de la narración. Posee un alto grado semiótico en cada cuadro, por lo que el espectador es invadido por signos que más allá de la actuación y el texto se sitúan en tiempo, forma y espacio del entramado del relato. El espectador disfruta escena tras escena de pequeñas intervenciones musicales de gran calidad, va integrándose al devenir del relato y al levantarse de la butaca, comprende exactamente qué es lo que quisieron contar el autor y el director con este trabajo.

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