Agrippina

Por: Lucía Fontana

Con el lema la ópera es de todos, esta compañía propone una original mezcla entre el bel canto y los recursos del teatro moderno.

Händel, el autor alemán que compuso El Mesías, tuvo una época de estudio y trabajo en Italia. A principios del Siglo XVIII, la ópera italiana era furor en el resto de Europa. Händel tuvo mucho trabajo allí, como compositor, profesor y cortesano.

Agrippina fue su segunda ópera italiana, y si bien tuvo un éxito inmediato, no se representó muchas veces.

Por suerte para el público porteño, Buenos Aires Lírica presenta esta versión, que combina sus mejores arias y pasajes con una dramaturgia en nuestro idioma ambientada en el presente. El resultado es una magnífica comedia de teatro musical, que incluye la delicada nobleza de los inicios del bel canto.

La puesta en escena es de Ignacio González Cano. Se desarrolla la acción secundada por la música en vivo de ocho músicos, dirigidos por el maestro Carlos David Jaimes, que aparecen, apenas velados por una cortina.

Los protagonistas mantienen una divertida tensión escénica, jugando a fondo sus roles con el desafío doble de componerlos actoralmente y de ponerles toda la voz para estar a la altura de un registro operístico. Lo logran acabadamente y se llevan todos los aplausos.

Rocío Giordano se luce, seduce y conduce con su intensa y maquiavélica Agrippina. Cecilia Pastawski deslumbra con su composición del joven Nerone (escrita originalmente  para un castrato). Oriana Favaro es una divertida Poppea,  Sergio Carlevaris es Lesbo, Pablo Travaglino conmueve con su recto Ottone, Luis Loaiza Isler es Pallante y Adriano D´Alchimio, un alegre Narciso. Walter Schwarz logra un interesante cariz con su desfachatado Claudio. Los subtítulos de las arias están integrados a la escenografía con ingeniosos recursos.

Original y refrescante, esta obra acerca dos mundos aparentemente disímiles y ofrece lo mejor de cada uno, dándole la oportunidad al gran público de asomarse a la bella música del maestro Georg Friedrich Händel. 

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