sobre BUE en el Festival de Mar del Plata


 

 

Estreno en Buenos Aires: 24 de noviembre.


Amateur

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La ópera prima de Sebastián Perillo se estrenó a sala llena.


En el tan mentado Paseo Aldrey, nuevo polo cinematográfico del Festival, y con presencia del director incluida, se proyectó Amateur, un policial con ribetes de thriller y de gore.

Para empezar, es un homenaje al policial  argentino clásico. Sus personajes principales están nombrados como referentes vernáculos del género: Manuel Romero, Guillermo Battaglia, Salavsky. Incluso uno de los protagonistas se llama Martín Suárez. Esto, sumado a estar viendo la peli en Mar del Plata, con fragmentos de Los muchachos de antes no usaban arsénico incluidos, predispone al festejo por el simple hecho de que se siga  exhibiendo cine de nuestras tierras.

En una segunda instancia, pero que también impacta mucho en el resultado final, hay un gusto particular del realizador por esas pelis imposibles de los setentas, que intentaban ser eróticas y de terror a la vez, como Sangre de vírgenes (Emilio Vieyra, 1974). Cierto clima faviozerpiano, con alusiones a ovnis, y casettes en U-Matic, ayudan a redondear la idea de que estamos ante un gran festival de lo bizarro.

La sorpresa es que Perillo logra una película entretenida, recreativa, que avanza todo el tiempo.

Un muchacho muy fachero y muy triste porque lo dejó su novia (interpretado por Esteban Lamothe) no tiene dónde dormir; en el canal de cable donde trabaja, su jefe le recomienda un departamento. El chico conoce a una elegante y sensual chica, que está casada con un empresario poderoso y a partir de allí se desata el policial más extremo, que incluye escenas muy logradas de porno casero, episodios de voyeurismo y cierto tono de perversión no exento de unas ganas tremendas de divertir al espectador.

La peli sorprende mucho por sus contantes golpes de timón, en donde cambia el punto de vista, se siguen a personajes distintos y pasan cosas siempre.

El rol de Jazmín Stuart está muy bien pensado. Su actuación es excelente, con matices de fragilidad, sensualidad y rematada locura.

Alejandro Awada siempre cumple y dignifica sus películas, Lamothe aporta su gran prestancia expresiva y corporal y la impecable Eleonora Wexler es una jugadora de toda la cancha.

El guión, del propio Perillo y Lucila Ruiz, tiene mucho trabajo encima y se permite cierto espacio para el juego, para la imaginación, infrecuentes en muchas operas primas, que tiran más a lo solemne. Tiene cosas interesantes que terminan no cerrando (el tema de la secta, la ufología), pero de todas formas se cuenta una historia atractiva.

La música es un hallazgo, al igual que la edición y los rubros técnicos.

Una reflexión final: el policial argentino siempre es visto como algo amateur, en pleno desarrollo. Perillo utiliza esa aparente desventaja para retroalimentarse y dotar a su primera película de un universo muy personal. Y para dejar bien claro que estamos viendo un trabajo de profesionales, en toda regla.

 

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