Plauto

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Divertidos pasajes del universo plautiano se suceden en una admirable puesta.

El catalán Carlos Trías escribió, allá por la década del ochenta, una versión muy propia de tragedia griega basada en la obra de Plauto. Mezcló personajes de sus obras principales, los agrupó en actantes y consiguió una mirada moderna y mordaz de un autor clásico.

Sobre este texto es que Adrián Blanco se propuso trabajar, luego de una adecuada reducción de las páginas originales. El resultado es una comedia con elementos trágicos en cuanto a la forma teatral.

Están el viejo avaro Euclión, sus esclavos Palinura y Pseudolo, pero también Sosías, el galeote de Terapontígono el militar. Hay una olla de oro, una doncella deseosa de ser seducida y una cortesana muy ducha en las lides del amor ajeno.

Mozalbetes vírgenes, dioses y semidioses completan el abanico de personajes.

Una de las virtudes de la puesta es el original dispositivo escénico, que con muy pocos elementos (una manta larga, una mesa), se encarga de despertar en la imaginación del espectador un palacio, el Olimpo, la guarida del pecado, un cementerio.

La otra es el compromiso de los actores a la hora de poner el cuerpo. El elenco se compone con Gastón Frías, Martín Diese, Georgina Frattini, Danae Cisneros, Darío Pianelli, Javier Araya, Mario Frías, Marita Picasso, Ariel Haal y Omar Cenzano Brandon. Realizan una verdadera performance conjunta, muy bien dirigidos, especialmente en las escenas grupales. Siempre están a tiempo, envueltos en su divertida dinámica.

Una tercera atracción termina de bendecir esta propuesta. Se trata de la

música original, en vivo. Los músicos son Ezequiel Fischer, Manuel García Fernández, Diego Rozo y Natalio López, sobre la música original y los arreglos de Páez y Rozo.

El teatro griego siempre es una abstracción de nuestra propia sociedad. Viéndolo extraemos nuestros problemas sublimados, un relato muy estético de las profundas y también ridículas preocupaciones humanas: el dinero, el poder, el amor. Recomendada.

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