Riachuelo sin nieblas
Museo Quinquela Martín. Avenida Pedro de Mendoza 1843. Museo Quinquela MartínPor: Ana LarravideEl 29, que recorre la ciudad de norte a sur, deja justo en la puerta. La calle Caminito atrae turistas. Pero los que van por amor a Quinquela entran a visitar su casa. Allí vivió desde sus sesenta años (1949) al 77. Qué casa! Si la belleza fuera un lujo no la hay más lujosa en toda la ciudad. No por enumerar las obras de arte en el tercer piso -Lacámera, Daneri, Tiglio...- digo por la belleza conmovedora Propongo un recorrido por la vida de uno de nuestros máximos artistas plásticos, asistiendo al edificio de Galerías Pacífico, que otrora albergara al Museo Nacional de Bellas Artes. En el núcleo central de la construcción se encuentran una serie de murales realizados entre 1945-1947, con firmas de Lino Eneas Spilimbergo junto a Berni, Castagnino, Urruchúa y el gallego Colmeiro Guimarás, considerados la manifestación más importante del muralismo argentino. Dentro del Centro Cultural Borges, que se encuentra en la esquina sudeste del magnífico edificio, se realiza esta muestra, con curaduría de su nieto y actual poseedor de la colección, el arquitecto Leonardo Eneas Spilimbergo. Él ha realizado un excelente trabajo de distribución en núcleos, de una exhibición con más de 60 obras en papel y compuesta por dibujos en sus distintas técnicas (lápiz, tinta, carbonilla, pastel) también grabados y monocopias. Quinaquela supo en su espalda lo que pesaban las bolsas que los personajes de sus cuadros acarrean. En contraste con su padre, el fuerte italiano, Benito era apodado El mosquito: flaco pero veloz, volaba en el muelle. Trabajaba doce horas pero iba además a la Sociedad Unión de La Boca, un centro barrial donde se enseñaba algo de artes y oficios. Allí, un libro de Rodin, El arte, lo impulsó: “pinta tu aldea”. No fue fácil hacerlo, con tan pocos medios. Pero empezó. Un día, un galerista del centro oyó hablar del “pintor carbonero”, tocó a su puerta. El padre no entendía, pero lo llamó: “Benito, un señor de guantes quiere hablarte..” y así siguió la vida: enormes esfuerzos, esplendorosa simpatía y generosidad, viajes a Europa y Nueva York, aceptación de su obra y críticas a su obra (sempre hay quien opine sobre lo que debe ser y lo que es) amigos francos, amor por su trabajo y por su barrio. Fundó escuelas. Trabajó. Amó su barrio, su gente. Emociona hasta hoy. Gastón Bachelard escribió En la de Benito Quinquela Martín permanece la suya. Y nos recibe. Tweet |
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