Proyecto Sade... Una comedia erótica

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La propuesta es por demás revolucionaria, por decisiones de puesta que le aportan extrema claridad al encriptado mensaje del material original.

 

Desde su largo encierro por error, en diversas cárceles de Francia, el Marqués de Sade observó de cerca el proceso de la Revolución Francesa y en especial la etapa denominada El terror. En su carácter de científico y con un profundo compromiso político, sorteó la temida guillotina, siendo testigo presencial de miles de decapitaciones. Este tortuoso período de su vida, alentó su imaginación y su intelecto, llevándolo a realizar una interesante producción de textos, entre los cuales se encuentra el conocido homenaje a Jean-Paul Marat, conocido popularmente como Marat Sade.

De 1795 es el texto que se le atribuye y nos ocupa, llamado La filosofía en el tocador. Narra cómo se lleva a cabo la corrupción de una adolescente en medio de una proclama política donde se intima a no detenerse en el proceso de la República.

Esta versión libre del autor y director Alejandro Ullúa, transmite la filosofía real de aquella epopeya, a la vez que revisa la pulsión humana que conlleva al goce y al placer en los más diversos campos. La revisión apunta a exhibir los límites naturales de una práctica sesgada por parte de las religiones y las llamadas buenas costumbres.

La dirección de Ullúa toma inteligentes decisiones, entre las cuales está la elección de un elenco formado por varones para cubrir la totalidad de roles. Ezequiel Rodríguez, Santiago Magariños, Hervé Segata, Manuel Melgar y Francisco Tortorelli llevan adelante esta modalidad usada por antiguas culturas como la griega o la japonesa, que son referente y base de nuestras actuales artes escénicas.

Esta providencia de Ullúa le imprime una direccionalidad al texto, sin transformar las osadas situaciones en un burdo festín sexual, focalizando al espectador en el mensaje. La reconocida calidad de puesta del creador hace que de la escena también se disfrute una placentera calidad de elementos que van desde el vestuario a la escenografía, logrando un contacto visual con el arte.

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