La vis cómica

Por: Juan José Bertolaga

Un esperado trabajo del gran dramaturgo y hacedor de perlas de nuestro teatro. 

A un lustro del estreno de Terrenal, su última entrega, Mauricio Kartun sube a escena una excelsa maquinaria teatral, un artilugio, un pretexto para mostrar el pasado, una génesis que se mantiene con hiriente actualidad. Despojando al teatro de su maquillaje para mostrar el esqueleto, lo hace utilizando el texto como señalador de la tramoya teatral.

La vis cómica o fuerza cómica, es el vehículo por el cual Kartun, a través de un idiolecto escénico técnico enseña y organiza al espectador, recreando la tiranía de los grupos de trabajo escénico y en un constante viaje al pasado, que hace metáfora con el presente, le da un nuevo significado; los pormenores de este destino inexplicable.

Un perro interpretado por Cutuli, es el narrador de las peripecias de una compañía teatral que desembarcó en épocas de la colonia, con la expectativa de triunfo, del esperanzador éxito. Su director y productor el Sr. Angulo a quien le pone el fantástico cuerpo de actor Mario Alarcón intenta denodadamente sobrevivir a los avatares por pertenecer a una elite de politiquería que puede darle un puesto, un rango en la sociedad fundadora. Stella Galazzi compone a una actriz devenida en costurera de los girones que han quedado, telones y trajes que requieren puntadas relegando su verdadera vocación. Un dramaturgo se desempeña con la inspiración del productor y trabaja a pedido y contra reloj, lo compone el maravilloso actor Luis Campos.

Todos ellos tienen la gloriosa tarea de expresar esta nueva entrega de Mauricio Kartun, con un texto tan rico como barroco, iluminador a más no poder, cien minutos de una justeza y precisión espeluznante que se desliza entre los gastados telones que marcan una arena circense diseñada por Gabriela Aurora Fernández al igual que el vestuario, sin más que algunas falsas piedras negras, colgajos de un viejo telón y el tan adorado arcón de compañía, el resto lo construye la palabra creada por una de nuestras máximas plumas. 

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