Comedia dramática


 

 

Piernas entrelazadas

Por: María Guadalupe Cuenca

Esta obra lleva cuatro años en cartel. Vale la pena verla y averiguar el por qué.  Los jueves en El camarín de las musas, tres mujeres hablan y practican aquello que no se debe.


Esta obra lleva cuatro años en cartel. Vale la pena verla y averiguar el por qué.  Los jueves en El camarín de las musas, tres mujeres hablan y practican aquello que no se debe.

 

Una vez le escuché decir a Pedro Almodóvar que las mujeres de su cinematografía eran divertidas cuando no tenían un hombre cerca.

Es cierto. Con los hombres censurándolas, sus chicas se ponen tristes, no son ellas mismas. Se ríen y se sueltan cuando están solas o reunidas en grupos exclusivamente femeninos.

Esto es lo que pasa en Piernas entrelazadas, la obra escrita y dirigida por un varón, Omar Aita, que sin embargo logra un efectivo relato acerca de tres mujeres solas.

La historia transcurre en la década del cincuenta. Dos hermanas fabriqueras, emigradas del campo a la ciudad, reciben en su pisito a su hermanita más joven. Ninguna tiene novio. Tampoco plata. Sus únicas alegrías son la radio y las salidas de los sábados a la noche. En ambos espacios dan rienda suelta a su sensualidad, a sus fantasías. El hombre está pensado como un solaz pasajero, un premio a su vida de trabajo. Sus taras y sus fantasmas las ocupan el resto del tiempo y empañan un poco su embrollada convivencia.

El tono del relato no es costumbrista. Las actrices –unas estupendas     Verónica Intile, Sabrina Lara y Cecilia Tognola- logran una composición elevada a dos centímetros de la realidad. Están voladas, imprevisibles, por momentos deliciosamente grotescas o decididamente instaladas en el drama. Orientadas hacia una expresión surreal, se alejan del teatro naturalista y crean un tono propio.

Si bien la trama ocurre durante el último peronismo, no existe una reflexión política propiamente dicha. Lo político está contemplado en el discurso que reproducen las protagonistas, un poco machista a veces, impregnado de lo que les toca vivir en un universo patriarcal.

Por momentos parece que estamos dentro de una película de Tita Merello. Pero también se respira una actualidad que identifica a los espectadores con el pequeño gran drama que sucede en el interior de esas vidas.

Hay pequeños cuadros que hacen avanzar una historia clásica pero bien puesta, con un conflicto instalado en el relato principal que va in crescendo a medida que suceden los días de esas tres pueblerinas instaladas en Buenos Aires.

En la dramaturgia se nota un interés en mantener el lenguaje de la época, con sus decires y sus expresiones características. El vestuario está muy cuidado y reproduce las ataduras y los ocultamientos que rodean a esas tres, que para querer a otros tienen que empezar primero a aceptarse, a curarse y a quererse a sí mismas. Esa sencilla verdad hace que la pieza sea atemporal. Ese es el secreto de su permanencia.

Antes de la llegada de la TV, con aires de diva pero sin teléfono blanco, las chicas de Omar Aita se nos hacen conocidas, increíblemente actuales a pesar de sus corpiños con relleno y sus trusas vintage.

 

El camarín de las musas. Mario Bravo 960. Tel: 4862-0655. Jueves a las 22.

www.alternativateatral.com/obra17005-piernas-entrelazadas

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