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El Vuelo / Lincoln

Por: Sebastián Tabany

Dos films cuyos directores fueron mentor y aprendiz y sus protagonistas están nominados al Oscar transitan por la delgada línea de la moralidad en pos del bien común.


Dos films cuyos directores fueron mentor y aprendiz y sus protagonistas están nominados al Oscar transitan por la delgada línea de la moralidad en pos del bien común.

 

La mayoría de los thrillers aéreos terminan en un espectacular aterrizaje culminando en un clímax donde toda la tripulación aplaude y los pasajeros festejan. Pero El vuelo comienza donde un film de suspenso finalizaría. Whip Whitaker (un arrojado y comprometido Denzel Washington nominado al Oscar) es un aeronavegante veterano, soberbio y egoísta. Se ufana no solo de ser un excelente piloto sino también de ser capaz de controlar su adicción al alcohol y a las drogas duras. El director Robert Zemeckis, que comenzara bajo el ala de Steven Spielberg con Volver al futuro por ejemplo, siempre ha sido un amante de la cámara dinámica y el comenzar la película se despacha con todo su arsenal de puestas de cámara para contar el exitoso aterrizaje de emergencia liderado por Whip. Pero lo que le interesa al guión de John Gatins (también nominado) es el día después. Whip es venerado por los medios de comunicación pero la investigación posterior revela que él no estaba en condiciones de volar. Es entonces cuando Whip, viendo cómo su imagen se desmorona de a poco, recurre desesperadamente a la mentira y al encubrimiento para salvarse. El dilema que plantea la película es claro: “Nadie más hubiera podido salvar el avión” grita Whip cuando se encuentra acosado por la investigación. Ciertamente, pero estaba drogado y eso lo podría mandar a la cárcel por un buen tiempo. El vuelo es un recorrido humanístico de un pecador que no quiere ser salvado porque ya es demasiado tarde, pero también es una discusión filosófica sobre si el fin justifica los medios y a qué costo.

No hay frase más descriptiva que la anterior para describir también a Lincoln, de Steven Spielberg.  Lejos de ser una biopic que contara vida y obra del presidente desde su niñez hasta su asesinato, el film se enfoca en un corto período de tiempo del protagonista interpretado con su ya su conocido y métodico compromiso por Daniel Day-Lewis, ya una fija en los Oscars. Situado en enero de 1865, poco tiempo después de la reelección, Abraham Lincoln sabe que la Guerra Civil está ganada. Lo que no es seguro es que su Acta de Emancipación – la liberación de los esclavos – sea aprobada antes. Una vez integrados los estados esclavistas sería imposible conseguir sus votos. Basada en el libro Team of rivals: The political genius of Abraham Lincoln de Doris Kearns Goodwin y escrita por el dramaturgo Tony Kushner, el film de Spielberg está lleno de discursos incendiarios en el Congreso y de reuniones de connivencias y arreglos. A medida que el humor político se inflama, Spielberg desmitifica al ídolo patrio de bronce y lo vemos seducir, engañar, obligar y hasta sobornar para lograr su cometido. Que su fin sea la liberación de los esclavos es noble, pero el camino está lleno de vicios en pos del bien común. Y la película nos muestra eso, que pese a las buenas intenciones una vez que se entra en el mundo político, la ingenuidad da a un paso al costado en pos del pragmatismo y los objetivos a lograr, por más que sea una visión totalizadora de la Justicia.

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