Teatro


 

 

Los talentos

Por:

Dos chicos juegan a la poesía violenta. Tienen veinte años; la escuela está fresca en el recuerdo. Ensayan para ser hombres en un terreno de pullas y sudores.


Dos chicos juegan a la poesía violenta. Tienen veinte años; la escuela está fresca en el recuerdo. Ensayan para ser hombres en un terreno de pullas y sudores. La adolescencia se está retirando, dejándolos desangelados, vislumbrando que la vida no va a ser fácil. Pero son dioses del hoy, y su soberbia jocosa, sin barba, les dicta sin tapujos que desafíen al mundo.

Esas son las líneas que proponen Los Talentos, la obra escrita y dirigida por Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob.

Sus personajes, divertidos y cínicos, se visten como tipos grandes, fuman en pipa y escriben versos alejandrinos, burlándose del mundo entero. Para eso toman el vino –y la mano, y el codo- de Peter, un amigo con plata que les presta el departamento. Peter tiene una hermana, Denise. Denise volvió de un largo viaje. Denise es muy linda.

A partir de esa simple premisa se va desenvolviendo una historia. Los diálogos son muy frescos, y los actores lucen espontáneos. Se nota que disfrutan estar en ese escenario, con una escenografía que emula un departamento reciclado, joyita heredada de los viejos, pero también madriguera, cubil, caja de huevos donde anidan esos dos Fabergé que tienen miedo de salir y que los rompan, que los destierren pronto del reino de las ilusiones.

El elenco está compuesto por Julián Larquier Tellarini, Julián Tello, Pablo Sigal y Carolina Martín Ferro. La escenografía e iluminación son de Magalí Acha. Se agradecen los detalles de ambientación, como esa lámpara fea, típica de departamento, la pipa de madera, o la luz que los actores encienden y apagan en escena.

El público se ríe mucho, disfruta identificándose con ciertos extravíos. Los veinte años son una edad muy incómoda. Hay torpeza, ansiedad mal disimulada que juega en contra de las terribles ganas de acercarse al otro sexo. El llamado de la reproducción es casi animal, pero nadie se siente capaz de responder sin pasar vergüenza.

Sostener la mirada es todo un ejercicio. Despojarse de la crueldad infantil da miedo. Tampoco es sencillo darse cuenta lentamente de que el mundo adulto no tiene lugar para los poetas.

Los talentos toca esas cuerdas con las mismas divertidas ínfulas, un poco desbordadas, de sus protagonistas. Logran mojarnos la oreja. La obra es muy divertida y tiene la honesta cualidad de plantear las cosas desde un pequeño lugar, acotado, especial. Estos chicos no son los clásicos nerds. Son sensibles y no quieren perder la fe. Muy alejados de la tierra, en su olimpo de burlas y poemas que pronto será demolido, sonríen soberbios, como dos jóvenes Budas.

 

Laura Ávila

 

Espacio Teatral Kafka. Lambaré 866. Miércoles a las 20:30.

http://www.alternativateatral.com/obra16891-los-talentos

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