Herbie Hancock

Por: Juanjo Méndez

La leyenda viva del jazz vuelve a Buenos Aires para interpretar sus más exitosas composiciones, atravesando más de cinco décadas de una carrera fascinante.

Con solo escuchar el piano de alguna de las versiones de Watermelon Man (1962) es posible confirmar que Herbie Hancock es un maestro de la composición. Pero, antes que contabilizar sus 14 premios Grammy, es aún más sorprendente repasar sus mayores hitos para comprender su poderosa influencia en la música contemporánea.

Durante los 60, Hancock formó parte del quinteto de Miles Davis, forjando una alianza inigualable y participando incluso de posteriores grabaciones del trompetista. En esta década, Hancock también grabó para la prestigiosa Blue Note Records y compuso la banda sonora del film de culto Blow-Up (1966).

En 1973 Hancock renovó su estilo con Head Hunters, un álbum decisivo para la evolución del jazz-funk. A partir de este disco, el pianista ganó detractores entre los puristas del género pero multiplicó sus adeptos dentro del rock y la música electrónica.

Hacia 1983, Hancock lanzó al mercado el multipremiado single Rockit, la primera composición en combinar jazz con hip-hop a base de sintetizadores y scratching. Un hit diseñado para la generación MTV, con el que Hancock demostró nuevamente su capacidad asombrosa de reinventarse.

En 1993, el grupo británico US3 reinterpretó su Cantaloupe Island (1964), creando un nuevo hit radial y marcando la línea del acid jazz. Durante las décadas siguientes, Hancock llevó adelante colaboraciones con artistas a la vanguardia de la música negra como Kanye West, Kendrick Lamar, Flying Lotus, Thundercat y Kamasi Washington.

Este mes, Hancock visita Argentina como parte del ciclo mensual Jazz Nights, del que también forman parte el bajista Richard Bona, el saxofonista Branford Marsalis y el bajista Victor Wooten. Una gran oportunidad para escuchar en vivo a un artista único, que a sus 78 años continúa tan hipnótico y camaleónico como sus primeros días.