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Muestra permanente

El mural

Por: Juan Galar

Una apasionante historia, detrás de la obra cumbre del arte latinoamericano realizada en nuestro país.

En 1932, las hermanas Ocampo traen al artista plástico mejicano David Alfaro Siqueiros con el fin de que brindara una conferencia. Esta se vio interrumpida por las ideas comunistas vertidas públicamente por el artista, que terminó encarcelado.

Logró liberarlo Natalio Botana, hombre influyente de la época, editor del diario Crítica, quien lo convenció de hacer un mural en su domicilio particular, una quinta en Don Torcuato, adquirida a la tradicional familia Granados. La obra se realizaría en un amplio sótano que poseía la finca, donde Botana añoraba pasar su vejez entre amigos.

Siqueiros accedió con la condición de que sería una imagen a su elección y realizó un ejercicio plástico, para experimentar  la búsqueda de nuevas tecnologías y pinturas industriales que pudieran conceder un carácter transformador a la obra. Convocó como ayudantes, nada más ni nada menos que a los artistas argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, y al escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro. Todos se entregaron a la proeza, logrando realizar una obra que produce una extraña sensación al espectador. Es como si estuviera en una caja de cristal, sumergida en el agua, juntos realizaron la más bella obra del arte latinoamericano.

Años más tarde y con la muerte accidental de Botana, la finca fue puesta a la venta. La compraron una serie de propietarios que no reconocieron el valor de la obra, incluso la habitó un matrimonio con una hija pequeña y para que esta no observara las imágenes “impúdicas” del mural, lo blanquearon con cal, ocultándoselo y condenándolo a un constante deterioro.  Aquella niña sería de adulta, la controvertida ingeniera designada Secretaria de medio ambiente, durante la primera presidencia de Carlos Menem.

La antigua casona continuó en franco deterioro. Hasta fue habitada ocasionalmente por personas sin techo. Hasta que en 1990 el maestro mexicano Manuel Serrano, especialista en muralismo y restauración, asesoró a una empresa privada, sobre aquello invaluable que estaba sumergido en el abandono y decidieron comprar la quinta.

Retiraron exitosamente el mural con un cuidadoso proceso de excavaciones e intentaron expatriarlo sin suerte. En el año 2003 la obra fue declarada Bien de Interés Histórico Artístico Nacional impidiendo todo intento de traslado.

Actualmente y gracias a un exhaustivo trabajo de restauración, se encuentra exhibida para el deleite de todos en el Museo del Bicentenario, ubicado en la explanada trasera de la Casa Rosada.

Museo del Bicentenario. Paseo Colón 100.

Miércoles a domingos y feriados de 10 a 18.