Simik

Por: Cecilia Navesnik

Un lugar de habitués apto para curiosos. Un bar que es también museo; un museo que es también escuela. En pleno barrio de Chacarita, la propuesta es irresistible: un viaje al pasado entre tazas de café y fotografías viejas.

El dueño del bar fue bombero, ese es el origen de todo. Como bombero, empezó a interesarse por las pericias de incendio. Acompañaba a los fotógrafos que se encargaban de hacer la documentación de lo ocurrido y con ellos fue aprendiendo de fotografía. Años después puso un bar, y más años después creó adentro un museo. Hoy el Bar Palacio le presta lugar al Museo Fotográfico Simik, y la combinación no podría ser más pintoresca.

El local (en la esquina de Lacroze y Fraga) es amplio y de ventanales generosos. En principio se trata de un bar de barrio donde hay claros habitués: desayunadores, obsesivos de los crucigramas y rutineros de café a la tarde. Algunos entran de casualidad y se sorprenden con el paisaje, pero la mayoría viene con aires de cita previa.

La particularidad es que cada rincón del bar sirve de vitrina para exhibir las miles de cámaras y fotografías antiguas con que cuenta el museo. Es que Alejandro Simik, el ex-bombero ahora dueño-fotógrafo, es también coleccionista y restaurador. Ayudado por un grupo de colaboradores expertos viene haciendo una incesante tarea de recolección y puesta en valor. Y el resultado está a la vista: retratos en variadísimos soportes, y cámaras de todo tipo, época y función.

El museo (que también es escuela) ofrece un amplio abanico de cursos, algunos de ellos gratuitos, y presenta siempre una muestra de fotografía. Los jueves a la noche hay tango, y los martes, jazz.

El lugar refleja el entusiasmo de quien lo creó y el cariño de quienes lo cuidan y alientan. Con el objetivo de preservar el patrimonio de la ciudad y contagiar la pasión por la fotografía, el bar-museo abre sus puertas a la curiosidad. Vale la pena usar de excusa los primeros fríos para tomarse un café con leche con pan con manteca. (Atención a las mesas: ¡también albergan cámaras debajo de sus vidrios!).