Fuera de cuadro

Por: Lucho Gutiérrez

Un bello encuentro con la poesía y el humor, la hermosura de lo onírico que brota desde la pluma de Clarice Lispector y de los labios de Jimena Angeletti.

 

Con el mismo encanto que la transformó de refugiada ucraniana en escritora carioca, Clarice Lispector transita una vida y propone una forma de pensar y ver las cosas, que la posiciona como una de las poetas más destacadas de Latinoamérica. Con un estilo inclasificable, esta mujer posee un sentido de trasmitir que fascina para siempre a quien toque un texto de su producción. En ese talante tan profundo como gracioso, tan irónico como punzante, prima el encanto del relato.

Las tardes de los sábados en San Telmo tienen un imán implacable. En estas jornadas de invierno, es aconsejable ingresar a un bolsillo surrealista en el traje de la ciudad. Ese espacio es Pista urbana, que se transforma en una delicia por los sabores que propone y una caricia para los sentidos que dan los textos de la inmortal Clarice, que brota de los labios de Jimena Angeletti que tan bien la nombran. Cada verso en su boca cobra el poder de ser dicho por la mujer bien centrada en su género, su delicada belleza de movimientos, de gestos, de pensamientos, invaden el lugar y como un soporte, todo el espacio es cubierto por las incertidumbres existenciales que enuncian cada letra de ese universo femenino. Flotan los juegos que esos escritos le proponen a la realidad, las notas emanadas por la flauta de Juliana Moreno, los rugidos y acordes de Fabiana Galante en el piano de cola que acompañan en este solo de actriz que ha compuesto la directora Deby Wachtel.

Una taza de café, un trozo de torta y un manojo de poesías, ¿qué podemos envidiarle a los dioses?