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Bolichón

El Boliche de Roberto

Por: Pedro Monti

Esta maravillosa ciudad posee espacios que sugieren ser agujeros negros, por los que se pasa a otra dimensión, este es uno de esos lugares mágicos que nos hacen sentir la felicidad de conservarlos.

El lugar es un antiguo boliche de milongueros pero anteriormente fue de paisanos y permanece allí desde hace más de un siglo, en la esquina de Bulnes y Perón. Puede que no recuerde haberlo visto. Si trata de visualizar la esquina, recordará apenas un viejo farol de lúgubre luz y una puerta cancel. Nada más delata su presencia, pero están los que saben que es el punto centrípeto del barrio.

Todo empezó en 1880, cuando la zona era aún campo abierto y la matería y despacho de alimentos que allí funcionaba se llamaba La casaquinta. Mucho después algún propietario, orgulloso de la conquista, lo llamó 12 de octubre, entonces supo ser un almacén con despacho de bebidas, una pulpería donde antiguamente paraban los carreros que iban por ese camino para la zona que se comerciaba mercadería, a futuro el Mercado del Abasto. Lo frecuentaban también algunos ociosos malentretenidos, de faca, que iban a jugar al sapo, al tute o al truco, y a tomarse unas cañas destiladas.

En la década del 30 fue comprado por un asturiano, Francisco Pérez, del cual lo heredaron sus hijos Roberto y Jorge, quienes en los 60 empezaron a traer cantores de tango y a darle más vida nocturna sobre ese mismo escenario de

1 x 1 que hoy posee una historia digna de un lugar sagrado de la ciudad.

El sitio está intacto, sus muros muestran el centenario que le pasó y la sabiduría que adoptan los ancianos, el mostrador gastado y las paredes tapizadas de botellas esperando al deseoso de pasar un buen momento, ahogando el día.

Podemos recomendar las sabrosas picadas, esas completas y tradicionales del lugar. Las empanadas cortadas a cuchillo son otra de sus atracciones. Los precios son moderados, es un rincón amable, de esos que a uno le gusta regresar y llegar con gente para mostrar el hallazgo, para que otros también disfruten  de hacer un lindo viaje al pasado, ingresando por uno de los portales que posee esta bendita ciudad .

En este lugar se inspiraba el maestro Osvaldo Pugliese y dejaba toda la suerte que emanaba; como recordatorio de su paso quedó retratado en el mural de la fachada junto con Gardel. La noche se llena de algarabía y siempre algún cantor a la gorra visita el lugar, un par de pasos de baile engalanan la sala y se frena por el poco espacio, pero es que el tango allí se vive todo el tiempo como un impulso a la felicidad. Aconsejo ser organizado y llegar temprano, es un tumulto de gente que noche a noche quiere ser parte de ese apogeo.

 

 

 

 

Bulnes 331 y Perón.