El centésimo mono

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La carpintería está presentado El centésimo mono. A sala llena, se producen noventa minutos de magia que dejan al espectador encantado y con herramientas para iniciar una reflexión.

Tres magos van a morir. Este cariz de tragedia anunciada se desmiente enseguida por los prodigios de los ilusionistas, que salpican de show de conejo y galera su via crucis hacia el momento final. La teoría del centésimo mono postula que cuando el número cien de una especie logra un determinado comportamiento, en otra parte del mundo, otros de la misma especie lo adoptan también, sin haber mediado ningún tipo de comunicación entre ellos. Estos tres tristes magos nunca se conocen, pero la telepatía del final los reúne, los hace comportar de modos similares.

La profundidad del tema no convierte la puesta en una máscara triste. Se trata de morir en la ley, haciendo de la muerte un evento mágico. La dramaturgia y la dirección de actores está tan bien llevada por Osqui Guzmán, que la propuesta respira poesía. El público termina aplaudiendo la pericia de los magos, rindiéndose también ante su desenfadado histrionismo: Marcelo Goobar, Pablo Kusnetzoff y Emanuel Zaldua cumplen una excelente labor. La música y la iluminación acentúan el lucimiento de su trabajo. El centésimo mono plantea un dilema con tres puntas: la magia, la vida, la muerte. El teatro es su catalizador.

Sensible y divertido espectáculo, sobreBUE lo recomienda.

La angustia, la tierna rutina del amor, los trucos del oficio, lo que queda atrás cuando morimos y la forma vivir sin tapujos, con alegría y dignidad, es el mensaje telepático que intenta enviar el dramaturgo, consiguiéndolo más de cien veces.