Osaka

Por: Álvaro Suarez Onzué

Este es uno de esos lugares que hacen que Buenos Aires sea tan especial.

Una opción muy recomendable para festejar el encuentro en el día de los enamorados.

El lugar es una experiencia en todo sentido, la atención es inmejorable desde el ingreso hasta la partida. Posee ballet parking, si reserva previamente no tendrá espera.

La primera estación es la barra, hacer una parada al llegar es altamente recomendable y sobre todo solicitar recomendación de tragos. Si bien posee una carta muy explícita, la expertise del bartender es para aprovecharla: además de los tradicionales tragos, puede proporcionarle elixires que prepara a su medida, según la charla con el cliente. Ahí ya podrá disfrutar de los amplios salones, tanto el de planta baja como el nivel superior y la terraza, solicite permiso para conocerlos y elija el lugar más agradable, recuerde que será una noche única.

El diseño de iluminación resalta y favorece las cálidas decoraciones de los distintos espacios, el arte en madera está presente en cada lugar, disfrutará especialmente de la música, aquí todos los sentidos se sienten halagados.

La propuesta nace con la intención de brindar la fusión de las cocinas peruana y japonesa, ambas con características muy particulares y con una base de componentes similares. La particularidad del lugar es la calidad y esto no solo lo logra con productos frescos y de primera, se esfuerzan especialmente en los sabores y presentaciones, verdaderas obras de arte pasan constantemente ante los ojos. Poseen productos andinos y japoneses que macerados, mixturados o con preparaciones previas conforman sabores únicos, esto produce sensaciones en el paladar completamente nuevas a nuestra cultura.

Aconsejo no pedir un único plato. De entrada, una degustación de ceviches, que permite tres variedades de la extensa lista que posee la carta. Lalo (Rualdo de la Cruz), el frontman del excelente equipo que atiende los comensales, puede indicarle qué pedir. Su amor por lo que allí se produce, unido a su sentido de honestidad, lo transforman en un recomendador interesante. Él me aconsejó un trago con componentes como pisco, cardamomo, mandarina y vodka o el Chicano de canela con pisco, jengibre y canela, que fueron un maridaje perfecto para los distintos platos, como el de langostinos, o los de centollas, o los niguiris de kobe.

No deje de probar los Crocantes de Guantan con centolla y Filadelphia con salsa de mango y rocoto. O la degustación de vieiras. Son increíbles las Giosas de pato confitado con hongos shitake sobre salsa de huancaína. A la hora de los postres, el suspiro limeño y el volcán de chocolate acompañado con helado de zanahoria y jengibre llevan la punta, pero siempre hay algo nuevo con lo que este lugar sorprende y nos deja atónitos del disfrute.

Le recomiendo no dejar de ir, usted se lo merece.