Yo, Encarnación Ezcurra

Por: Juan José Bertolaga

Una excelente actuación nos permite dialogar con un personaje histórico que nos relata su verdad y la de su tiempo.

La figura evocada en esta obra es sin lugar a dudas, uno de los emblemas históricos del género femenino. La reconocida calidad actoral de Lorena Vega nos permite interpelar, interactuar con el mito, con aquella mujer que puso orden a  un desencuentro que venía debilitando al país durante largas décadas hasta la asunción de Juan Manuel de Rosas en el poder. Mujer de gran coraje, que para la época era una característica esencialmente masculina.

Encarnación, la de armas tomar, de gran inteligencia y agallas, fue la generadora de la famosa Restauración y la fundadora del movimiento de La Mazorca.

Este símbolo femenino atrajo a la autora Cristina Escofet, y el material que compuso obsesionó la creatividad del director Andrés Bazzalo para conformar un valioso espectáculo.

En este sentido Bazzalo ha tomado decisiones de puesta en escena que determinan su calidad: uno de ellos es que cuenta con el interesante aporte de la música en vivo de Agustín Flores Muñoz, Sebastián Guevara y Malena Zuelgaray, con un repertorio que hace maridaje de erudición con el texto que brota de los labios de Lorena Vega, quien es reconocida por su calidad profesional. Otro es el grado de minimalismo que hay en escena, dejando como único objeto de arte a Vega, logrando que el personaje se apersone en el subsuelo del mítico edificio de Diagonal Norte y de su versión de los hechos; la actriz se pierde literalmente en el personaje y la magia se produce como si todo pasara por un portal temporal. Allí, el público, atónito testigo del arte.