Un festin en mi cabeza

Por: Gustavo Friedenberg

Inusual y desopilante puesta acerca del fracaso amoroso

Estrenada en el 2015, Un festín en mi cabeza ha recorrido varios festivales nacionales e internacionales y se ha presentado en distintas salas de nuestra ciudad proponiendo una nueva mirada acerca del tema más versado: el amor.

Su autora, directora y productora: Antonella Schiavoni, ha decidido incluir un micro recital previo a cada función, con músicos invitados a suerte de teloneros, convirtiendo la noche de teatro en una experiencia singular y activando la atención del espectador mediante ese desvío .

Si al comenzar la obra parece encaminarse en una dirección conocida, todos los prejuicios se esfuman en cuanto la talentosa Lucrecia Aguirre se planta frente al micrófono y hace oír su voz. La pieza se configura como un relato de desamor en primera persona, con alusiones a la violencia de género, el destrato y la psicopatía que más de una vez se asumen como naturales, sin embargo su mayor mérito es hacerlo a través del humor y una multiplicidad de recursos que no opacan la voracidad de una intérprete que, además de cantar maravillosamente, cautiva la escena con su histrionismo y manejo del ritmo.

La puesta cuestiona el discurso estereotipado acerca del amor, que se materializa en un oso de felpa gigante interpretado por Pina Spena, con quien la protagonista interactúa y convierte en una especie de alter-ego. El hilarante relato del personaje de Cochi: obsesivo, negador, fantasioso, tan inocente como pornográfico, se completa con la aparición de estrellas invitadas que, inesperadas y divertidas, convierten la obra en una auténtica caja de sorpresas que invita a reflexionar sobre el lugar que asumimos en nuestras relaciones, al mismo tiempo que resalta la capacidad del teatro de espejar la realidad junto a todas sus alternativas en potencia