Happyland

Por: Atilio Tustali

Uno de los momentos mas bizarros de nuestra historia, donde la famosa grieta desaparece y estamos de acuerdo: fue lo peor que nos pudo pasar.

 

El espectáculo comienza y el autor, en labios de la protagonista, exhibe la tramoya de esta obra. El único modo en que se puede contar esa página de nuestro pasado reciente, es en estilo de sátira, modo en que nos ocurrió esa tragedia.

Isabel Perón, llamada María Estela Martínez fue la primer presidente, gracias a conformar la formula Perón-Perón, otra manipulación absurda que nos jugó la máquina del tiempo, deuda pendiente del 22 de agosto de 1951.

La riqueza de este material es hablar de este personaje, reflexionar sobre nuestro presente y observarlo desde la sagaz e inteligente pluma de uno de nuestros máximos dramaturgos contemporáneos. Gonzalo Demaría es sin lugar a dudas, un beneficio para nuestra literatura, además de una constante oportunidad de reflexión sobre aquello que no debemos olvidar, con obras como El diario del peludo, La maestra serial, La anticrista y las langostas contra las vírgenes encratitas, su novela El club de los vampiros: folletín gótico-argentino de los tiempos del terror y la Mazorca ha logrado instalar, desde una mirada tragicómica, ciertos acontecimientos que han sido bisagra de nuestro destino.

Una puesta magistral de Alfredo Arias, sobre un dispositivo escenográfico con diseño de Julia Freid y con música de Axel Krygier hacen de este espectáculo una verdadera obra de arte.

Julio Suarez vuelve a sorprender con su diseño de vestuario.

En escena, las magníficas actuaciones de Alejandra Radano y Josefina Scaglione componen al personaje central en distintas etapas de su vida. Marcos Montes regala otra de sus brillantes composiciones. María Merlino se destaca en el personaje de Charito, la abnegada criada. La platea agradecida por la voz y presencia de Carlos Casella como la composición de Adriana Pegueroles. Un trabajo imperdible.