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Tradicional

Hotel Castelar

Por: Miguel Granado

Tiene la magia de la Avenida de Mayo de antaño,  española y elegante. El bar del Hotel invita a un viaje por el pasado de la ciudad.

En la década del sesenta, mi abuelo, oriundo de Málaga y afincado en el pueblo de Lincoln, venía a Buenos Aires por distintos asuntos.

Cuando llegaba solo, paraba en el Alcalá, un hotelito de Once, vecino de un teatro de zarzuela y variedades que había en la recova. Cuando venía con mi abuela, se hospedaba en el Hotel Castelar y me llevaba con ellos.

Para mí era un orgullo ser el nieto elegido, y sentía un gran placer al desayunar con ellos en el bar del Hotel: sus paredes de mármol, sus sillas tapizadas y adustas, la luz dorada de las bombitas de tungsteno, la porcelana de loza blanca y el humeante café con leche que me servían con masitas me parecían mágicos. El Hotel Castelar tiene reservada para mí una porción de infancia. Por eso lo recomiendo con alegría, por el recuerdo de esos abuelos que vinieron de la península.

Hoy, el bar del Hotel sigue manteniendo ese aroma de la madre patria.  Con toques modernos –las luces son de bajo consumo pero se conservan las lámparas antiguas, por ejemplo- siguen ofreciendo un servicio esmerado y atento.

Se puede tomar el té con masas o sándwiches, o un buen desayuno con tostadas de pan francés y mermeladas. Para los que corren, hay ristreto de rápida llegada a la mesa, cortados y licuados de frutas. Para los sibaritas, el café irlandés: lo preparan con una alquimia única.

La carta es sencilla pero contiene platos de primera calidad.  La bodega cuenta con vinos de Luigi Bosca, López y Senetiner.

También sirven tragos a toda hora. Recomendamos el mítico Bloody Mary.

Para almorzar un mediodía de mucho apetito es bueno pedirse una Castelar burguer: hamburguesa hecha como en casa con panceta, queso, tomate, aros de cebolla, lechuga, pepinillos y huevo frito con papas. Españolísimo.

Este bar fue frecuentado por figuras internacionales. El poeta Federico García Lorca, que paraba como mi abuelo en el hotel, solía escribir acodado en sus mesas. Norah Lange, Oliverio Girondo, Alfonsina Storni y Soldi fueron otros de sus parroquianos ilustres. La habitación que Lorca ocupaba funciona hoy como un museo y puede visitarse en recorridos guiados.

A pesar de estar en medio de la ciudad ruidosa, el bar del Hotel Castelar mantiene una atmósfera tranquila, dulcemente detenida en el mejor de los tiempos. sobreBUE lo recomienda.

 

 

Avenida de Mayo 1152.